TW
3

Es plausible la ofensiva de Cort al haber eliminado más de mil pintadas vandálicas este verano. La imagen de Palma hace tiempo que en algunos lares era y es auténticamente vomitiva. Pese a esta operación limpieza, basta pasar por la vía de cintura o por es Jonquet, entre otros muchos lugares, para comprobar que Palma sigue pintarrajeada y que resta mucha tarea de dignificación por hacer. Y lo más preocupante es que la acción de los vándalos continúa, día a día, sin descanso y en no pocos casos desde la suficiencia que les otorga el saber que no los van a cazar.

De poco servirá la actual y voluntariosa acción de despintado si Cort y el resto de instituciones no van a la raíz del problema, centrado en la impunidad nocturna en que se mueven bandas organizadas. Bien venido sea que se aumenten las sanciones a los grafiteros ilegales… siempre que les pillen, claro. Porque el hecho es que las fuerzas policiales han cazado a muy pocos en comparación a los que atacan la convivencia y la estética de la ciudad cuando llega a madrugada.

Como todo en esta vida, la labor preventiva es la más importante. Pero para eso se requiere mucho más esfuerzo y dedicación de los servidores públicos. La vigilancia ha de comenzar por los comercios donde las bandas van a comprar los botes y seguir por el control de sus movimientos: dónde se reúnen y planifican sus acciones. Sólo así se alcanzarán éxitos decisivos. Porque si todo se reduce a borrar pintadas mientras se renuncia a incrementar la vigilancia tanto de día como de noche lo único que se consigue es dejarles campo abierto para que multipliquen sus fechorías.

Cort y el resto de instituciones han de ir a la raíz del problema: detectar a los vándalos y no quedarse sólo bailando por las ramas del borrado de pintadas, por muy imprescindible que sea llevarlo a cabo.