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Es preocupante el rumbo de este país en cuanto a la libertad de expresión, sobre todo para discrepar. Se está expandiendo un ejército de inquisidores para ver si usted (yo) manifiesta (manifiesto) una opinión que no vaya en la línea oficial ya sea de la izquierda o de la derecha. O es usted un rojo o un fascista. Las redes sociales se inundarán de los más increíbles epítetos para recordarle su pasado sombrío y lóbrego o para decirle que no es su momento.

Ahora resulta que ni Felipe González ni José María Aznar tienen derecho a hablar o a opinar sobre lo que está ocurriendo en el país. El pasado domingo día 10, Jorge Fauró, titulaba en DM ‘El arte de marcharse’ y subtitulaba, referido a González y Aznar ‘Hay personajes de la Historia de España que se resisten a dejar de hacer historia’.

Sinceramente no creo que ninguno de los dos quiera hacer historia, pero si quisieran hacerla, ¿cuál es el problema? Ningún inquisidor les puede negar el derecho a expresar su opinión en momentos muy delicados para el futuro de este país. Ni a intervenir, faltaría más. A Felipe González le han llegado a espetar el famoso ‘por qué no te callas’ del rey Juan Carlos a Chávez. Y ahora el Gobierno ha llamado golpista a Aznar por sugerir una movilización (dentro de la democracia, dijo Aznar) contra la amnistía. Quien parece dispuesto a conceder la amnistía a un golpista, llama golpista a quien se opone. ¿El mundo al revés?

¿Cómo puede este país despreciar y vituperar a gobernantes y políticos con una vasta experiencia a sus espaldas tanto de gobierno como de oposición? Parece claro que su tiempo pasó y que no van a volver a gobernar, pero tienen derecho a expresarse y a dar su opinión sin que se les insulte por ello, sin que les digan ‘y tú más’.

Lo que está prohibido es discrepar de lo políticamente correcto porque nadie le ha reprochado a Rodríguez Zapatero que hable y se resista a dejar de hacer historia, porque está en la línea oficial, del lado ‘bueno’ de la raya.

Esta inquisición no afecta solo a políticos sino a ciudadanos que se expresan libremente en dirección ‘incorrecta’ o a escritores como Pérez-Reverte, Cercas o Vargas Llosa. Asusta leer en las redes sociales y en algunos medios el vocabulario utilizado contra los discrepantes.

Pese a todo, me expongo. Creo que hay que movilizarse contra cualquier negociación en torno a la amnistía a los políticos catalanes del ‘procés’ y en torno a un posible derecho de autodeterminación, aunque sea camuflado. Porque más allá del atentado constitucional, no puedo olvidar el famoso ‘Ho tornarem a fer’. Ya me dirán si son de fiar.