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Ahora que el PP ha eliminado el requisito del catalán en la sanidad de Baleares se abre el debate del por qué de la falta de médicos y enfermeros en nuestra comunidad autónoma. Desde la conselleria de Sanidad se habla de no poner trabas a los profesionales de medicina para que vengan a las islas a trabajar. Según ellos, el catalán era un obstáculo que ejercía un efecto disuasivo. Con su eliminación, suponen, Baleares resultará un emplazamiento más atrayente para todos los profesionales sanitarios, medida que a la postre más bien parece un producto de márketing y no un enfoque organizativo ni estructural de nuestra sanidad. Porque es significativo que esa falta de médicos también se plantee en todas las comunidades autónomas de España. Eso conduce a pensar que pudiera ser que no sea un problema estrictamente lingüístico sino que va más allá.

Es evidente que venir vivir a una isla puede limitar el interés por establecerse aquí, las comunicaciones con respecto a la península son menores, donde cogiendo carretera te puedes plantar en tu ciudad de origen los días libres, etc, y no extrañar tanto el lugar de donde procedes. El problema de la vivienda se debería añadir a los obstáculos disuasorios con que se encuentra el que viene de fuera. El coste de la vida en Baleares es altísimo. Los sanitarios no son el único sector que encuentra problemas a residir en las islas, los guardias civiles, policías nacionales o profesores se topan con lo mismo.

Pero imaginando absurdamente que el coste de la vida se pudiera obviar, llamaría la atención que gente que ha cursado una carrera universitaria, una carrera dura, de hincar codos, de muchas horas de especialización, no sean capaces de aprender en un periodo de tiempo prudencial un mínimo para establecer una comunicación en catalán con alguien de aquí. De todos modos, en las consultas el personal trata de entender al paciente alejados de polémicas lingüísticas desarrollando una labor encomiable.