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Un amigo que ocupaba muchos cargos en diversas empresas tenía una gran afición por el golf. Sus compañeros le preguntaban extrañados ¿De dónde sacas el tiempo para jugar? Su respuesta siempre era la misma: La más importante decisión que debe tomar un presidente es elegir un buen director general. Si acierta seguro tendrá tiempo para practicar su afición. Afortunadamente, nombrar a Jesús Fernández director general de ISBA fue mi mejor acierto.

Nos situamos a principios del año 2.000 siendo consejero de Hacienda Juan Mesquida. Entre los asuntos que debía resolver se encontraba la sociedad de garantía balear.

Por aquellas fechas, ISBA adolecía de serios problemas financieros derivados de una gestión poco profesional. Juan que me conocía como profesional tuvo la atención de proponerme la presidencia, propuesta que acepté.

El principal problema que se me planteaba era elegir un nuevo director general. Entre los empleados con los que hable destacaba claramente el director financiero, Jesús tenía los conocimiento técnicos y profesionales idóneos para el cargo, de trato agradable y además me dio un diagnóstico claro sobre los problemas que afectaban a ISBA. Debo reconocer que en su elección me influyeron varias colaboradoras suyas que lo consideraban su líder.

Los principios no fueron fáciles. El sector público, las asociaciones empresariales y los empresarios tenían un concepto muy negativo de ISBA. Al principio pensaba que la recuperación del prestigio y ganarse el favor de la sociedad empresarial balear iba a ser una tarea ardua que necesitaría mucho tiempo. Sin embargo, pronto me di cuenta que lo que parecían grandes obstáculos se estaban convirtiendo en pequeñas barreras que íbamos superando. El gran trabajo y la profesionalidad de Jesús estaban dando sus frutos.

Su capacidad profesional pronto fue reconocida más allá de nuestro entorno. Madrid, la dirección general, y la asociación de sociedades de garantía recíproca de España, de la que era secretario no tardaron en reconocer sus méritos y recabar su opinión. Incluso ejecutivos de algunas sociedades de garantía recíproca de la península, visitaban ISBA para aprender sus métodos de gestión y control de riesgos

Pero sobre sus conocimientos técnicos sobresale su calidad humana. Sencillo y dialogante, atendía con amabilidad las peticiones que le realizaban. Nadie se iba de su despacho sin una explicación clara y concisa.

En estos últimos años destaca la armonía y el entendimiento entre ISBA y el gobierno balear, producto del mismo, son los planes de apoyo o de reactivación preparados por ambas entidades sumamente beneficiosos para la economía balear, especialmente para los autónomos, pequeña y mediana empresa.

Otra característica de su rica personalidad es su acierto a la hora de elegir el personal colaborador. Su liderazgo era indiscutible y al día de hoy que lamentablemente nos ha dejado, ISBA dispone de una plantilla preparada, y motivada, que bajo la dirección de un Presidente de acreditada experiencia empresarial, son la mejor garantía de la continuidad de la buena gestión realizada por Jesús.

Habiendo conocido su labor de primera mano y apoyándome en mis muchos años como profesional economista me atrevo a afirmar que Jesús Fernández, desde su función de director general de ISBA, ha sido el economista más útil a la sociedad balear y en reconocimiento a sus méritos solicito que se dedique en su memoria una calle, aunque sea sencilla como era él.

Profundamente afectado por esta inesperada y dolorosa despedida, mi más sentida condolencia a la familia, presidente y colaboradores de ISBA.