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Este año celebramos el 125 aniversario del ciclismo en Mallorca; es decir más o menos un siglo y algo de la creación de la Sociedad Velocipédica de Palma, germen de la Federación Balear de Ciclismo.

Un paréntesis en casi todo supuso la Guerra Incivil, mas no en las competiciones de bicicletas. De hecho las actividades se redujeron aunque no fue así en el velódromo de Campos que además cogió fuerza en los primeros años de posguerra. En el entonces denominado Campos del Puerto estamparon su genial huella y rueda ciclistas de talla de Miguel Poblet (fue el primer español en vestir el maillot amarillo del Tour) o Julián Berrendero. Guillermo Timoner se formó y preparó en el velódromo de Campos a partir de 1943; todavía se recuerda el duelo épico, tras moto, entre Tomás García Ribas y Timoner cuyo motorista tuvo que comprar para poder hacer la carrera dos barriles de gasóleo de estraperlo.

La Guerra Civil, por otra parte, supuso una ruptura con el ciclismo técnico y a la vez de fuerza que se estaba practicando en Mallorca. Corredores como Llompart interrumpieron su progresión y otros se vieron seriamente comprometidos por el desarrollo del conflicto, tal es el caso de Flaquer. Durante ese periodo resurgieron los batallones ciclistas, siendo el caso más conocido el de la unidad de infantería nacional que, con 725 hombres y acuartelamiento en El Arenal, partió en 1937 hacia Cádiz. A grandes rasgos, y salvo excepciones como la indicada de Campos, el ciclismo de competición permaneció interrumpido hasta 1938, año en el que se reanudan tímidamente las carreras con el objetivo de obtener fondos para la causa falangista. Tras la guerra alcanzaron una renovada consistencia los campeonatos militares. Como curiosidad añadiremos que fue Franco quien personalmente decidió que el general Uzquiano estuviera al frente de la Unión Velocipédica Española. El propio Uzquiano estuvo varias veces en Mallorca porque consideraba que el modelo de ciclismo que se practicaba en la Isla era un ejemplo a copiar por el resto del país y especialmente la organización del Campeonato Nacional de 1941 en el velódromo de Tirador.

El ciclismo insular de posguerra vendría alimentado por los interminables años de servicio militar. En ese ambiente marcial tuvieron su caldo de cultivo una pléyade de ciclistas excepcionales como Gual, Company, Alomar o Trobat. Singular en este sentido fue lo que le ocurrió a Antonio Llaneras Cladera, ciclista que consiguió dos campeonatos individuales militares de Baleares y dos de España, por equipos, en Toledo (1946-47). Como dato curioso nos contó este corredor hará 35 años que «cuando estaba haciendo el servicio militar me arrestaron, se celebraba en aquella fecha el circuito más importante de Mallorca y el sargento, gran aficionado, me dejó salir (…) al día siguiente, los periódicos publicaron la victoria que había obtenido y el capitán que ignoraba la película y estaba enterado de mí arresto, exclamó: ¡coño, Cladera, es usted un genio, ha ganado incluso estando arrestado». Este artículo lo he escrito con mi compadre Gonzalo Pampín Rodríguez.