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Resulta que el día del Orgullo el Barça publicó en Instagram una reivindicación de los derechos LGTBI y eso provocó que 440.000 personas dejaran de seguir su cuenta. Hubo ocho clubes más que tras publicar post similares perdieron seguidores pero no alcanzan la cantidad del equipo azulgrana. Sólo el club Las Palmas en vez de perder ganó 67 seguidores, lo que me conduce a pensar que tal vez por aquellos pagos hay una mayor dosis de humanidad y educación. Se debería tener en cuenta que el Barça no es más que un club de fútbol que en esta publicación en Instagram simplemente manifiesta su respeto a la orientación sexual de cada uno, un apunte del que deberían tomar nota no sólo el mundo del fútbol, sino la ciudadanía en general. Evidentemente no exige nada porque no puede hacerlo, no es más que una institución deportiva, como así parecen creer los seguidores que se han dado de baja de la cuenta sino que únicamente muestra una tolerancia que brilla por su ausencia en dichos seguidores. El Barça, como muchos otros equipos, apoya al colectivo LGTBI y eso no significa la imposición de una ideología como tercamente parecen opinar desde algunos sectores ultra. Compartir una bandera arco iris no equivale a tener tal orientación sexual sino que simplemente es un reconocimiento a la perpetua lucha del colectivo LGTBI. Si queremos crecer como sociedad y como país no deberíamos andar como los cangrejos, ni en materia de géneros ni en lo cultural como está empezando a suceder. Los que dejaron de seguir la cuenta tras leer un post porque no creen en el movimiento LGTBI parecen sufrir una notoria incapacidad de empatía por no denunciar una discriminación histórica y palpable que todavía no ha dejado de existir en el marco de nuestra sociedad. En realidad, que se den de baja de un club de fútbol tantos seguidores no deja de ser más que una mera anécdota pero las redes sociales son un termómetro indicativo de lo mucho que queda por hacer.