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Y se nos ha muerto ‘Il Cavaliere’ Berlusconi, el inventor de la transformación audiovisual en un poder Mamachicho, capaz de manejar como marionetas a millones de espectadores. Lo que ha hecho don Silvio primero en Italia, y recientemente en España, tiene mérito. Allá, en los Apeninos, logró con sus televisiones reducir a cenizas el pensamiento marxista italiano, heredero del filósofo Antonio Gramsci. Trituró también el compromiso histórico, una arquitectura teórica de diálogo entre cristianos y marxistas.

Cuando él tomó las televisiones, las transformó en exhibición de chicas guapas que identificaban a la izquierda con el demonio. Sin complejos. Y las masas le creyeron. Demostró que una Mamachicho contoneándose tiene más poder que centenares de libros escritos por sesudos profesores.

En Balears, el berlusconismo tiene ejes propios. Parte del poderío audiovisual madrileño, imitador de ‘Il Cavaliere’, ha embestido con ferocidad contra el modelo progresista isleño: «independentistas», «imposición del catalán en las aulas», «se niega a los niños aprender en español». La carga demagógica ha funcionado. A Vox le han votado hasta en Son Banya.

Y como la batalla ideológica es audiovisual, ya que la prensa escrita se dirige a un público minoritario más culto y preparado, el Govern Armengol no ha sabido ver que sólo estructurando una televisión autonómica sólida y capaz de expandir visión de país podría resistir la embestida, y a la par capaz de combatir la demagogia de los madriles. En Catalunya i Euskadi, con TV3 y Euskaltelebista, han resistido. Aquí, los berlusconistas han convertido a los progres isleños en un sofrito de receta gastronómica. Ha arrasado la Berlus Balear, entendida como el desmontaje cultural de un territorio pequeño y periférico.

Aunque ya está en el cielo, tal vez jugando al parchís con el Conde Rossi, don Silvio manda entre nosotros.