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Tras su indiscutible triunfo en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, la derecha española se presenta como firme candidata a los comicios generales que tendrán lugar el 23 de julio. Imagino que mucha gente debe preguntarse qué propone, en materia económica, la fuerza política que parte como favorita para ganar las elecciones. De momento Feijóo ha evitado hablar de economía y ha desviado la atención hacia cuestiones que le dan rédito electoral pero que, en mi opinión, afectan poco a la vida de los españoles. Si Feijóo gana, va a tener que gestionar la economía; le va a tocar proponer y hacer algo. Sin embargo, hasta la fecha no nos ha informado de sus planes de política económica.

En mi opinión, el PP tiene dos grandes problemas de discurso relacionados con la economía. El primero es que el discurso económico tradicional de la derecha sobre el empleo parece estar agotado. Generalmente, el manual económico neoliberal gana fuerza en situaciones de elevado desempleo: en tales circunstancias, se impone que flexibilizar el mercado laboral (legislar para reducir el poder de negociación sindical y el salario mínimo) permite que las empresas creen más empleo. Sin embargo, este dogma parece haber pasado de moda. Hoy ningún líder de derechas se atreve a ponerlo sobre la mesa. Además, en España el actual Ministerio de Trabajo ha operado en la dirección opuesta (regulando el mercado laboral, imponiendo un aumento del 47 % del salario mínimo interprofesional, incentivando la contratación indefinida, etc.) y el empleo no se ha resentido; más bien al contrario: absolutamente todos los indicadores de empleo han mejorado. ¿El PP va a revertir estas medidas?, ¿va a bajar el salario mínimo interprofesional?, ¿va a intentar invalidar el acuerdo entre patronal y sindicatos de subida de salarios nominales?, ¿va a derogar la ley de empleo (una ley avalada por Bruselas que ha permitido reducir la estacionalidad y la precariedad laboral)? Si tiene pensado hacerlo, lo cual es probable, necesita un pretexto, una razón para hacerlo. Y creo que esta vez no la tiene. Por eso evita hablar del tema.

El segundo problema de discurso que tiene Feijoó concierne a las políticas de consolidación fiscal. Tradicionalmente la derecha se erige como adalid de las cuentas sanas, del superávit presupuestario: de gastar menos de lo que se ingresa. Eso ha sido históricamente visto como un indicador de compromiso fiscal, de solvencia financiera: un mensaje de credibilidad hacia los mercados y los organismos internacionales. Pero hoy en día es un discurso que la derecha populista prefiere no utilizar. De hecho, muchas fuerzas de derecha populista con representación parlamentaria nacieron al calor del malestar económico y social provocado por las medidas de austeridad fiscal aplicadas tras la Gran Recesión.

No sé que tipo de gestión hará Feijóo si gana las elecciones. Lo único cierto hasta el momento es que el aspirante a presidente del Gobierno de España está evitando hablar de economía. Y lo está haciendo porque no tiene nada que decir.