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Acausa del conocido axioma de que si muchos repiten mucho una mentira acaba siendo verdad, la insistencia es tendencia. Y más en periodo electoral, cuando la tendencia de todas tendencias es insistir, persistir, reiterar y percutir. Lo que ha sido toda la vida la función de los pesados, los latosos y los impertinentes, y ahora es el abecé de la ciencia política. Qué pesadez, qué lata. Los embusteros no me preocupan demasiado, un cierto nivel de mentiras y tonterías es muy necesario para el bien común y el mantenimiento de la civilización, pero si son de los insistentes incansables, pesados a más no poder y capaces de aburrir a las propias ostras, eso ya es otro cantar. Palabras mayores. Casi prefiero a un canalla que a un latoso, y si con el primero aún se puede dialogar y tomar una cerveza, del segundo hay que huir en cuanto le ves venir, pues si no te sujetará por el codo, te acercará la cara exageradamente y te salpicará de saliva con sus peroratas. Interminables, insistentes, reiterativas.

El acoso mental de los latosos, a diferencia del sexual, no está penado por la justicia, pero debería. Y es muy extraño que siendo su actividad tan molesta para el mundo, se haya convertido en tendencia. La madre de todas las tendencias, que si son tales, es precisamente por su insistencia. Insistir, dicen los expertos, es la clave de casi todo (la política, el comercio, la cultura, el éxito personal, la felicidad), y ahora, a los pesados vocacionales de siempre hay que agregar los profesionales, ya que sin mucha insistencia no hay forma de cubrir objetivos, lograr un puesto de trabajo y, menos aún, conservarlo. El sistema entero nos aboca a la pesadez y la insistencia.

Hasta que algo no se ha repetido mil veces nadie se entera, y si no quieres ser concejal sino poeta lírico, igualmente tendrás que dar una lata espantosa con millares de versos amorosos, no basta un poemario. El más pesado gana, y o insistes o te insistirán, variante actual de comer o ser comidos. Y si a esta multitud de pesados habituales se añaden de golpe los electorales, la cosa se nos va definitivamente de las manos. Se hace tendencia, y de las masivas. La tendencia de la insistencia. Un sofoco.