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Tras el viaje del presidente Pedro Sánchez a China para reunirse con las máximas autoridades del país, el presidente Xi Jinping, el primer ministro Li Qiang y el presidente de la Asamblea Nacional Popular, Zhao Leji, otros dirigentes políticos europeos como Manuel Macron y Ursula Von der Layen han visitado el país asiático, acompañados de empresarios, con la esperanza de reactivar y reequilibrar los intercambios comerciales entre la UE y China, aunque haya sido el posible papel mediador de China en la invasión de Ucrania el que haya marcado la mayoría de titulares.

La relación de la UE con China es demasiado importante para ponerla en riesgo. En 2022, fue nuestro tercer socio en exportaciones y el primero en importaciones. Solo por dar algún dato: China nos suministra el 98 % de las tierras raras, el 93 % del magnesio y el 97 % del litio y la demanda está aumentando a medida que se aceleran las transiciones ecológica y digital; se prevé, por ejemplo, que las baterías de los vehículos eléctricos multiplicarán por 17 la demanda de litio para el 2050.

Con todo, la relación sigue siendo mutuamente beneficiosa, pero la Comisión Europea, consciente de que toda concentración comporta riesgos de suministro ha presentado una Ley de Materias Primas Críticas para ayudar a diversificar las importaciones para garantizar un suministro asequible y sostenible de estas materias.

Se trata, además, de una relación desequilibrada cada vez más afectada por las distorsiones de un sistema capitalista que China organiza a su manera, y que no parece dar pasos hacia una apertura política ni, mucho menos, hacia la democracia. A ello hay que añadir la buena relación con Moscú escenificada con la visita de estado del presidente Xi, aunque el equilibrio de poder se haya invertido a favor de China que ve en la debilidad de Putin una forma de aumentar su influencia sobre Rusia.

Es indiscutible que, en menos de 50 años, China ha pasado de la pobreza y el aislamiento económico a ser la segunda economía mundial y líder en tecnologías de vanguardia. Desde 1978, su crecimiento anual es del 9 % y más de 800 millones de personas han salido de la pobreza. Es uno de los mayores logros del último siglo, pero su ambición es aún mayor. Su regreso al escenario mundial apunta a promover un orden alternativo al actual, con China en el centro, y en el que seguridad y economía primen sobre derechos políticos y civiles.

La UE habla de redefinir las relaciones evaluando las intenciones estratégicas de China y demostrando colectivamente que su sistema democrático, sus valores y su economía abierta pueden generar prosperidad y seguridad.

Una tarea compleja; cómo la gestionemos determinará nuestra prosperidad económica y seguridad futuras.