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La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), fundada en 1752, tiene una biblioteca y un archivo muy rico en el que no faltan documentos relativos a Mallorca como una docena de fotografías en las que aparecen sa Llonja y el Consolat de Mar. Estas fotos históricas fueron enviada a Madrid por la Comisión Provincial de Monumentos de Baleares a petición expresa de la Academia que estaba muy interesada en nombrar monumento nacional a sa Llonja y además estaba muy preocupada por los expolios que en Mallorca se llevaban a cabo en arqueología y en todo lo artístico. Es posible que algunas de las fotos o todas fueran hechas por Josep Truyol que tenía su estudio en la calle Conquistador. Las mismas se enviaron a la Academia de San Fernando en 1897 y en un sobre a nombre del arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas, académico que se encargaba de los temas de Balears.

De hecho, en 1891, en informe interno, las academias (tanto la de la Historia como la de Bellas Artes de San Fernando) protestaban a la vez en el sentido de que «la Comisión Monumentos de Baleares no da señales de vida desde hace mucho y, sin embargo, salen a la luz todos los días en publicaciones mallorquinas noticias arqueológicas importantísimas que no llegan a conocimiento nuestro». Es decir, las academias centrales estaban más preocupadas por los expolios artísticos de Mallorca que las propias autoridades locales. De hecho los famosos toros de Costitx acabaron en el Museo Arqueológico Nacional, y no en el Museo del Louvre, porque al campesino que los encontró en su predio no tuvo oferta de nuestras autoridades y sí del ministro del ministro Cánovas del Castillo a quien el arqueólogo Mélida convenció de la necesidad de comprarlos para el Museo Arqueológico Nacional.

En Madrid, en la Academia de la Historia y en la de Bellas Artes, también estaban atentos al expolio que estaban sufriendo las que fueron colecciones de escultura y pintura del cardenal Despuig y de sus sucesores. Por su parte, la Comisión de Monumentos de Baleares de la que formaban parte en 1894 José María Quadrado, Bartolomé Ferrá, Francisco Manuel de los Herreros, Fausto Morell o el numismata Álvaro Campaner, entre otros, estaban preocupados por los desperfectos en la torre de Paraires (1892) y de las murallas de Alcúdia y de sus tres puertas en las que solo se habían invertido 553 pts. También se solicitan recursos a Madrid para colocar la puerta del muelle junto a sa Llonja cosa que finalmente se pudo hacer. Una de las cuestiones más controvertidas fue el aspecto ruinoso del claustro de San Francisco y el interés del Ministerio de Hacienda (1883) por convertir el convento del mismo nombre en un penal. Otra cuestión candente entonces (1892) era la de restaurar la Casa Consistorial de Palma con una arquitectura «perteneciente al género barroco [manierista] y de verdadera importancia monumental». Nuestro agradecimiento a Victoria Durá y a José María Luzón.