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Además de las cosas incomprensible propiamente dichas, como el universo, la gravedad, el factor tiempo, las finanzas globales, las grandes religiones, las identidades, medio Gobierno votando en el Congreso contra una ley del Gobierno y misterios por el estilo, los clásicos de la incomprensión por así decir, lo normal es que a diario tropecemos con noticias, fenómenos y acontecimientos que, si bien de importancia menor o nula, son sin embargo imposibles de desentrañar. ¿Y eso qué significa? ¿Qué gilipollez me está usted contando?, inquirimos educadamente. La ministra Yolanda Díaz, por ejemplo, que además es la más valorada del Gobierno. Si ya era difícil entender que, mientras nos gobierna, lleve años articulando otra formación política propia (Sumar, se llama), que competirá en fechas próximas con las dos del Gobierno de coalición que la nombró, se supone que para quitarles el poder, que a estas alturas aún no sepa lo que está fabricando, ni para qué, es ya incomprensible. Lo último que supimos es que tomará una decisión pronto. ¿Una decisión? ¿Pronto? ¿La ha tomado ya y se la calla? ¿Cuándo es pronto? Y luego añadió una pista diáfana, pero ininteligible. ¿Diáfana a la vez que ininteligible? ¿Es posible? Lo es. «No va de un proyecto electoral», afirmó tan campante, «va de ganar un país». ¿De ganar un país? ¿Qué país? ¿Cómo se gana eso? ¿De qué mierda estamos hablando? Y ojo, se trata de una mujer lista, vicepresidenta del Gobierno. Pero empeñada, desde dentro del Gobierno, en quitarle el gobierno al Gobierno, y el partido a su partido Podemos, por lo que por fuerza debe ser muy críptica, y tan incomprensible como pueda. Con lo que ya llegamos al cogollo de esta reflexión. Las cosas incomprensibles lo son por tres razones. Porque son imposibles de entender, como el universo. Porque la razón, y eso le perjudica mucho, es incapaz de entender la estupidez, mientras a la estupidez no entender la razón no la perjudica nada. Siempre tiene ventaja. O porque, como en el caso de las finanzas o la señora Díaz, alguien se está esforzando mucho en que no se entiendan. Esto no nos ayuda con las cosas incomprensibles de cada día, pero al menos nos permite clasificarlas