Hace décadas existía algo de enorme valor que llamábamos ‘tener clase’. Nadie sabe muy bien qué ingredientes obraban el milagro, pero desde luego la educación, la cultura y el saber estar eran imprescindibles. Tener mundo, también. Hoy parece que cualquiera que tenga pasta como para subir a un avión que le lleve a los confines del planeta ya tiene mundo. Y no. No consiste en eso. Haber estudiado o pasado por el colegio, incluso la universidad, tampoco te convierte en una persona educada ni culta. No necesariamente. La reflexión viene a colación del bochornoso último caso de corrupción política destapado en este país corrupto hasta la médula. El tipejo ese, diputado socialista, con sus repugnantes secuaces, representa el máximo exponente de la poca clase. Ninguna, en realidad.
Poca clase
Palma06/03/23 0:29
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3 comentarios
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Excelente artículo. Gracias por cantarnos y contarnos con tan buena pluma, la gran escasez de señorío y de clase. En mallorquín decimos que : " De porcs y de señós, n.han de vení de casta "
Socialistas....auténticos profesionales....los de la derecha simples aficionados.
Son tan socialistas, ¿verdad?