No hay ciudad en el mundo más hermosa que París, más homogénea, equilibrada y elegante. Y no por eso ha renunciado a contar con su propio barrio de rascacielos, magníficos ejemplos de la arquitectura contemporánea. No tuvieron que destruir nada, ni arrasar sus quartiers tradicionales, eligieron una zona rural y semiabandonada para crear algo nuevo y asombroso. Si realmente las autoridades baleares quisieran acabar con el problemón de la vivienda, harían eso mismo. En vez de arrasar pequeños edificios encantadores de Santa Catalina para construir en esos diminutos solares casas enanas a precio de órdago, pondrían su vista en cualquier terreno enorme en el extrarradio palmesano para levantar allí un barrio nuevo, grande, ajardinado, acogedor y con altas torres de apartamentos a buen precio.
Querer es poder
Palma02/02/23 0:29
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