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Hay quien considera pésimos los buenos datos del empleo recién publicados, quienes prefieren ver un puma o un tigre albino donde solo hay un gato grande, y quienes no saben si la ‘rave’ de La Peza está bien o si, por el contrario, debería ser disuelta por los GAR. El año arranca en un clima de confusión e incertidumbres. Pero ojalá todas las confusiones y las incertidumbres fueran así, tan despejables: los datos del empleo son buenos, no óptimos si se quiere, pero buenos, el bicho que se pasea por la campiña de Los Barrios es un gatazo y las huellas de pisadas con las que se le relaciona son de perro, y la cuchipanda juvenil en el descampado próximo al pueblo granadino es exactamente eso, una cuchipanda juvenil en un descampado.

Se nota que la política y los políticos están de vacaciones: sin la glosa de sus dimes y diretes, de sus broncas más o menos colosales, de sus honras y de sus deshonras, la información se agarra como a un clavo ardiendo a esas cosas que luego, con las calderas electoralistas echando humo, apenas merecerían un breve, excepto, tal vez, lo de la dislocada percepción como horribles los positivos datos del empleo, que eso podrá usarse de aquella manera. Los políticos están de vacaciones y de las tragedias diarias, esos envenenamientos, esas desapariciones, esos accidentes, esas violaciones en manada, se prefiere no inquirir demasiado hasta después de Reyes. Así, la supuesta fiera suelta por tierras de Cádiz cobra el mismo protagonismo que cobró hace dos veranos la supuesta pantera negra que andaba por las florestas de Granada.

Los políticos están de vacaciones, salvo los de Cs, que ya se las han cogido eternas los que aún no han pillado el cálido regazo del PP, y si no fuera por la ‘rave’, por el gato grande y, a última hora, por el reamigamiento de la ínclita Tamara con su ex o lo que sea ese muchacho tan indescriptible, malamente habrían rellenado sus espacios los que, hasta después de Reyes, prefieren orillar un poco las tragedias.