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Hace unos días el INE hizo público el comportamiento del PIB en el tercer trimestre del año. La economía creció apenas un 0,1 % confirmando así que durante el verano se produjo el estancamiento que más o menos todos los economistas auguraban. El mercado laboral es un indicador atrasado, pero acaba dejando claro en qué situación estamos realmente. Y es lo que ha pasado en diciembre. El número de afiliados a la Seguridad Social se incrementó en 12.640 personas, lo que significa un ridículo 0,06 % con relación a noviembre y un aumento anual del 2,48 % muy por debajo del 4,08 % de 2021. Es el peor mes de diciembre de los últimos 10. En cuanto al paro, en el último mes del año se ha registrado una caída de casi 44.000 personas con relación a noviembre, prácticamente la mitad de los que lo hicieron en diciembre del año pasado. En términos interanuales, el paro descendió en cerca 270.000 personas y según las cuentas de la vicepresidenta el número total de parados en España es de 2,837 millones. Sin embargo, deja fuera a más de medio millón en formación, con disposición limitada y trabajadores en ERTE. Y ya si hablamos de contratación, la trampa se agiganta. Los contratos fijos discontinuos suben un 1.478,05 % y ya prácticamente igualan a los indefinidos a tiempo completo. El Gobierno podrá cantar que España es el país que más crece, el que más ayudas da, pero nuestro país sigue siendo el farolillo de Europa en tasa de paro, en pérdida de poder adquisitivo y aún no hemos recuperado los niveles anteriores a la pandemia. Pueden seguir gastando, aumentando la deuda y hacernos creer que toman muchas medidas para ayudar a la gente que lo necesita, aunque la burocracia, la lentitud y la pésima gestión arruinan cualquier posibilidad de beneficiarte. Siempre hay trucos y barreras. Un desastre sin paliativos. El último: los 200 euros habrá que incluirlos como ingreso en la declaración de la renta, salga a pagar o a devolver, y no lo harán efectivo hasta bien entrado el mes de marzo.