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Nadie del PP ha expresado su pesar porque el exconseller José María Rodríguez, promotor de múltiples aparcamientos y mayorías absolutas en Palma con los alcaldes Joan Fageda y Catalina Cirer, fuera condenado y entrara en prisión. A Rodríguez siempre le acompañó la sombra de la sospecha porque estaba en el centro de la política cuando el dinero fluía muy fácil. Los run-run sobre él llegaron a ser tantos, que incluso la célebre madame del ‘caso Cursach’ le metió de por medio porque maltrataba a las chicas de su burdel y esnifaba cocaína. Vaya palo, cuando eso se filtró del juzgado y se vio que era falso. A Rodríguez le acompañó la mala fama, pero lo cierto es que era muy trabajador, tenía al PP de Palma metido en sus puños de hierro y controlaba la ciudad al milímetro.

Por eso los suyos le temían y los otros le detestaban. Rodríguez se vio involucrado en el ‘caso Over’ y fue sentenciado por el Supremo a 3,5 años de cárcel. Pagó con dinero del Govern una factura del PP de 9.000 euros. Él no se lucró con ese dinero, como tampoco lo hizo José Antonio Griñán, presidente de la Junta y hombre del clan andaluz de Felipe González. Griñán también fue condenado por el Supremo, pero por crear y mantener una estructura delictiva que malversó 700 millones de euros. El tribunal le sentenció a seis años, pero ayer aún no había ingresado en prisión.

Y es que sus compañeros socialistas presionan muy fuerte y exigen, además, un indulto al Gobierno. Dicen que Griñán es un hombre «honrado» y que no se enteraba de nada. Amigos de sangre como éstos no los hizo Rodríguez. Él nunca repartió 700 millones entre la clientela del partido.