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Antes había hombres de paja, ahora deben de ser de plástico. Lo que ocurre es que el plástico hoy en día lo sustituye casi todo. Y me acuerdo de la primera vez que oí nombrar el plástico. Era el verano de 1956 y estaba jugando en el patio cuando asomó mi tía María con un vasito plegable que no era de latón, sino de un material transparente y flexible. Sonrió y dijo: «Mira esto, es algo nuevo, se llama plexiglás». Era plástico. El primer plástico que vi en mi vida. Entonces las frutas y verduras eran de temporada, y las que no lo eran venían en lata. Las botellas de leche eran de vidrio –aunque entre nosotros no existían, la leche era del día y se transportaba en lecheras, y había que hervirla antes de que se cortara. Los refrescos también venían en botellas de cristal; había botellas de litro llenas de naranjada –Orange, pero le decíamos urántx– y otro líquido negro que llamábamos ‘Piña’, además de los clásicos sifones con los que mi tío Mario rociaba a los niños que se entretenían tocando las españoletas de las persianas. Los alimentos se envolvían en papel. Los trenes de juguete eran de latón; todos los juguetes eran de latón o de madera. Las pajitas eran de paja, los cubiertos eran de alpaca y las muelas deterioradas se forraban de oro. Ahora el film de empaquetado es de plástico y las pajitas y los cepillos de dientes y los vasos desechables y los viales de las medicinas.

Dicen que si el plástico desapareciera los recursos del planeta disminuirían: tendríamos que extraer más minerales y produciríamos más gases tóxicos. También dicen que los plásticos reutilizables –vasos, pajitas, botellas, bolsas– son los que más dañan el medio ambiente. Son los plásticos que desechamos de modo descuidado y que llegan a calar hasta a diez mil metros de profundidad en los océanos y atacan la vida marina. En España se abandonan treinta millones de latas y botellas de plástico cada día. Esto da qué pensar. Los mares se están convirtiendo en vertederos de plástico. Y esta es otra: una botella de plástico tarda quinientos años en descomponerse.