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Sánchez ha lanzado la campaña Todos contra Feijóo, establece las consignas que repiten la jauría rugiente de ministros con encono y rabia porfiando en ver quién la dice más gorda y, al toque de su trompeta, se lanzan a la yugular del enemigo. Convencidos de que se dirigen a una sociedad lanar, cretinizada, gregaria, sometida, dispuesta a tragar con ruedas de molino, que ha olvidado lo refractaria que un día fue a toda clase de dominación, utilizan las ideas más simples, los argumentos más peregrinos, las descalificaciones más ridículas, los insultos más nefandos.

Como La Moncloa se la debe Sánchez, aparte de al juez De Prada, a los partidos que le sostienen, está dispuesto a abonar el precio que le exija cada uno de ellos. En cuanto a ERC, le retribuyó el apoyo en la moción de censura con los indultos a los sediciosos y, ahora, le exigen para aprobar los PGE, que desarme el Estado reduciendo las penas al mínimo en el delito de sedición. Se nos dice que es para armonizar las penas con el resto de los países europeos. Eso es una falsedad mayor que la autoría de la tesis doctoral del presidente. Su objetivo es completar los efectos de los indultos para que alcancen a los del segundo nivel, que están siendo juzgados ahora, permitir que se puedan presentar a las elecciones los indultados, facilitar el regreso de Puigdemont sin pasar por la cárcel y obrar con impunidad cuando ho tornin a fer.

Puestos a armonizar con la UE, en lugar de dejarse chantajear por los enemigos de España, únicos interesados en esa falsa equiparación, podría hacerlo con una ley que resolviera el grave y cada vez más voluminoso problema de las okupaciones de inmuebles por el que clama la mayoría de españoles, que temen perder su propia vivienda durante años y pagar las facturas del usurpador.

Tienen la desfachatez de presentar a Feijóo como un chantajista, que actúa a las órdenes de los señores del puro y del fascismo irredento que se alberga en los pliegues del PP, como si Sánchez no estuviera siendo chantajeado desde el primer día que entró en La Moncloa por todos sus socios. El presidente, que se ha saltado todas las normas que le dificultaban el camino, le dice al PP que hay que cumplir la Constitución de pe a pa. Como si no supiéramos todos que anuló las sentencias del TS con indultos que la Justicia rechazaba y no cumplían los requisitos que establece la ley; intentó cambiar la norma a su favor para para elegir los vocales del CGPJ hasta que la UE se lo impidió; retiró la competencia a los miembros de ese órgano de hacer nombramientos para colapsar la Justicia; nos mantuvo encerrados en nuestras casas con la aplicación de una norma que no le habilitaba para tal cosa y a él le permitían gobernar por decreto; pactó con ERC no impugnar la ley del 25% de clases en castellano humillando a la Justicia, mientras toleraba el acoso a las familias de los niños cuyos padres lo reclamaban.

Ahora necesita hacerse con el TC, pues lo próximo que le pedirán sus socios separatistas, de ganar las próximas elecciones, serán una Justicia propia y un referéndum de autodeterminación, algo que no podrá otorgar si no cuenta con esa mayoría. Y nos quieren hacer creer que el malo es Feijóo por intentar impedir su conducta traicionera.

La izquierda de hoy ha sacado la conclusión de que teniendo en sus manos los poderes del Estado, con un potente aparato propagandístico, a través de la ingeniería social, puede modelar la sociedad a su dictado y perpetuarse en el poder. Por eso no ha dudado en asaltar todas las instituciones, desde el CIS hasta Correos, desde RTVE hasta la abogacía del Estado, desde la Fiscalía General hasta lo poco que le queda por asaltar de la Justicia: el TC y el CGPJ. Y para ello está dispuesto a amañar las leyes, cambiar las reglas del juego a mitad de la partida, engañar a la UE... Para Sánchez no hay líneas rojas.