TW
0

Este fin de semana se han celebrado en Llubí, el pueblo de mi infancia, las cuartas jornada de historia Local cuya continuidad es una muestra de la viveza e inquietud cultural de Llubí. Y también del empeño y esfuerzos de Biel Alomar, su organizador.

Este año se ha dedicado toda una línea temática a la figura de mi padre, el escritor Gabriel Janer Manila. Durante la tarde del viernes se inauguró la edición de este año con la Conferencia de Damià Pons, magnífico estudioso de nuestra literatura, quien dibujó desde su experiencia y conocimiento, cómo surgió la generación de escritores de los setenta, y qué características definían su aparición literaria. Se centró particularmente en la obra de Janer Manila en un análisis hecho desde la pasión y la sabiduría.

A continuación, y tras una breve y emotiva intervención de mi padre, hubo cuatro comunicaciones que versaron entorno a él desde distintas vertientes. María Llompart, mi amiga de siempre, hilvanó el hilo de sus recuerdos para rescatar la memoria de todo aquello que ha vivido como persona que forma parte de nuestra familia. Su voz evocaba anécdotas del pasado, conversaciones lejanas, tiempo rescatado con paciencia y amor. Su comunicación fue extraordinaria porque aunaba el conocimiento de un autor con la experiencia personal vivida a su lado. Sus palabras fueron emocionantes, y bellas.
Paco Aguiló, el gran actor de Cucorba, expuso el itinerario vital que vivió con mi padre, en un recorrido mágico por las tres obras teatrales que Mi padre escribió para Cucorba. Aquellas representaciones resuenan aún hoy en mi memoria, llenas de momentos felices, y me hacen sentir partícipe de una experiencia única. Fueron tiempos muy bellos, cuando Cucorba hacía un teatro para lis niños y lis adultos.

El escritor Sebastià Alzamora hizo una interesantísima aproximación a lo que había supuesto en su experiencia lectora haber descubierto los relatos de Gabriel Janer.

Por último yo intenté evocar los vínculos entre vida y pueblo, hombre y espacio concreto, recreando momentos vividos por mi padre en Llubí. Estaba claro que se trata de una gran relación de amor. Al final cité unos versos de Salvador Espriu, que hablan de la unión potentisima entre un pueblo y un hombre que supo amarlo. Gracias, Llubí.