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Cuando todos los medios informativos sin excepción han coincidido durante los últimos meses que la gestión del Ayuntamiento de Palma es un auténtico caos lo normal sería que hubiese algún tipo de reacción, que los responsables políticos se reuniesen y analizasen los errores para corregirlos y cambiar el rumbo para evitar la debacle electoral dentro de unos meses. Eso sería lo normal, pero no parece que haya ni un ápice de autocríticas porque, finalmente, todos aquellos que pueden cuestionar la gestión municipal son acusados de fachas, lo habitual en estos casos. La última ocurrencia municipal es conseguir turistas de Estados Unidos para reactivar el turismo de calidad en la Platja de Palma tras el fiasco de convertir la zona en un refugio de nómadas digitales con una inversión millonaria a través del dinero de la ecotasa. Imagino a miles de estadounidenses haciendo cola en las agencias de viajes del país para asegurarse unas vacaciones el próximo verano en la Platja de Palma, y especialmente s’Arenal, una vez que Hila y sus compañeros de gobierno hayan conseguido que los turistas con poco dinero dejen de venir a la Isla para dejar espacio a los visitantes de nivel, que como todo el mundo sabe solo aspiran a hacer cola en una cervecería de la Bierstrasse para beberse media docena de cañas y tomarse una hamburguesa con un sombrero mexicano en la cabeza. Por cierto, algún día deberían explicar los políticos progresistas de la Isla su obsesión por acabar con el turismo de bajo nivel adquisitivo, condenados de por vida a no moverse de sus domicilios por no tener mucho dinero en sus cuentas corrientes. Todo muy coherente.

Pues bien, la ocurrencia de Hila nunca podrá ejecutarse por muchos motivos. Primero, porque un turista estadounidense que se gasta mil euros en un billete de avión para venir a Mallorca nunca elegirá la Platja de Palma o s’Arenal para pasar sus vacaciones. No hace falta explicar los motivos, pero lo normal es que elijan hoteles en zonas con mejores playas en cualquier isla, lo que haríamos cualquiera de nosotros a la hora de planificar unas vacaciones aunque Hila vea posible tomar el pelo a los yanquis. Tampoco comprendo ahora la obsesión de nuestros políticos por los turistas de Estados Unidos cuando hay visitantes de alto poder adquisitivo de varios países europeos que podrían cubrir perfectamente ese mercado para acabar con los turistas pobres. En tercer lugar, no me consta que Hila o alguno de sus compañeros de partido hayan aprovechado las ferias turísticas en Berlín o Londres para exigir a hoteleros y turoperadores que dejen de traer «turistas pobres» a la Isla. Imagino que con tantas fotos en los estands no ha habido tiempo para nada más durante estos últimos años.

Supongo que muy pocos ciudadanos de Palma esperan un cambio radical en la gestión municipal en las cuestiones más básicas, pero se agradecería que antes de plantear nuevas ideas las piensen un poquito, que se evite hacer más el ridículo y no arrastrar el nombre de la ciudad en la miseria como lo llevan haciendo desde hace años. Palma ha tocado fondo y los ciudadanos no se lo merecen.