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E l inglés Cecil Charles Windsor Aldin (1870-1935) fue un famoso ilustrador de libros clásicos, como los de Dickens, y revistas y periódicos de temas del gusto de la aristocracia anglosajona: dibujaba sobre todo carruajes, catedrales, perros adorables, la vida rural, escenas navideñas, era un enamorado de los caballos y de la hípica, que él practicaba y también de la caza del zorro. Sus dibujos felices carecen de cualquier crítica social y a la vez sobrecogen por sus detalles, ofrecen la imagen de un mundo que a veces pudo no ser tan, tan malo, y desde luego con gente que destilaba inteligencia y una enorme educación que ya no vemos. Había estudiado anatomía y pintura animal, pero en 1930 se instaló en Mallorca porque tenía artritis y pensaba que en la Isla mejoraría, pese a su clima húmedo tan poco propicio para los huesos; pudiera ser que entre Inglaterra y Palma, el smog de Mallorca le sentaba mejor. Su época en la Isla que duró prácticamente hasta su muerte (1935), y que está por estudiar, fue muy productiva, vivió con su mujer y su perro ‘Cracker’, en Palma y en varios pueblos… y en ese lustro suyo mallorquín pintó algunas de sus mejores obras, entre ellas caballos, labradores arando, escenas costumbristas de Palma, de Pollença y sobre todo de algunas playas isleñas que son una rareza porque los paisajes salvajes era un tema que Cecil no solía tratar. Murió mientras viajaba en barco a Londres, ya era un artista muy famoso y en su injusta necrológica en The Times se leía que «fue uno de los espíritus principales en el renacimiento del arte deportivo británico»; fue muchas más cosas.

Albert Helman fue el seudónimo que utilizó el escritor surinamés, natural de Paramaribo, Lodewijk Lichtveld (1903-1996). Su obra más importante, legendaria en Holanda, es el poemario El día glorioso (1923). En 1932 escribió un libro El mal de Dios en el que diserta sobre la irracionalidad de las acciones. En uno de los capítulos uno de los personajes cuenta lo siguiente: «Visité la isla de Mallorca en una época en la que todavía atraía a pocos extranjeros, y sucedió que en la mejor fonda de la capital sólo había cuatro extranjeros: una pareja de ingleses bastante excéntricos, gente de la tercera edad que no sabe muy bien qué hacer con su vida, un joven comerciante español, y una francesa de edad incalculable, de quien naturalmente me enamoré a los pocos días».

Willem ten Berge (1903-1969) fue un poeta católico neerlandés que se educó con los jesuitas y estudió lenguas clásicas, tuvo una vida muy desgraciada porque su esposa, Jacqueline, y su hija enfermaron. Era reacio a dar a conocer sus poemas, pero por su calidad poco a poco se fueron publicando. Estuvo en Mallorca, posiblemente antes de 1930, pero poco sabemos de su periplo salvo que nos dejó estos versos: «La luna sobrevuela las Islas Baleares / Mallorca flota como una flor en el mar / llévame a la bahía verde de Palma / porque quiero saber quién vive en Mallorca / pudiera ser la chica que mi corazón me pide / la chica que lleva dos trenzas negras».