E l inglés Cecil Charles Windsor Aldin (1870-1935) fue un famoso ilustrador de libros clásicos, como los de Dickens, y revistas y periódicos de temas del gusto de la aristocracia anglosajona: dibujaba sobre todo carruajes, catedrales, perros adorables, la vida rural, escenas navideñas, era un enamorado de los caballos y de la hípica, que él practicaba y también de la caza del zorro. Sus dibujos felices carecen de cualquier crítica social y a la vez sobrecogen por sus detalles, ofrecen la imagen de un mundo que a veces pudo no ser tan, tan malo, y desde luego con gente que destilaba inteligencia y una enorme educación que ya no vemos. Había estudiado anatomía y pintura animal, pero en 1930 se instaló en Mallorca porque tenía artritis y pensaba que en la Isla mejoraría, pese a su clima húmedo tan poco propicio para los huesos; pudiera ser que entre Inglaterra y Palma, el smog de Mallorca le sentaba mejor. Su época en la Isla que duró prácticamente hasta su muerte (1935), y que está por estudiar, fue muy productiva, vivió con su mujer y su perro ‘Cracker', en Palma y en varios pueblos… y en ese lustro suyo mallorquín pintó algunas de sus mejores obras, entre ellas caballos, labradores arando, escenas costumbristas de Palma, de Pollença y sobre todo de algunas playas isleñas que son una rareza porque los paisajes salvajes era un tema que Cecil no solía tratar. Murió mientras viajaba en barco a Londres, ya era un artista muy famoso y en su injusta necrológica en The Times se leía que «fue uno de los espíritus principales en el renacimiento del arte deportivo británico»; fue muchas más cosas.
Tres intelectuales olvidados en Mallorca
10/09/22 3:59
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