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A más racionalidad, por la ley de acción y reacción que rige el universo, más irracionalidad se precisa para mantener el equilibrio de fuerzas. Trasladando la tercera ley de Newton a la sociología, y por qué no a la psicología, nos sale un axioma cartesiano: A más razones, más sinrazones. Si no les gusta este enunciado, no le echen la culpa a Newton ni a Descartes, sino a mí, que soy el que se lo acaba de inventar tras larga observación. O dicho de otro modo. Toda razón atrae a una sinrazón contraria, de idéntica masa y que tal vez antes no existía.

Esto se nota en los conflictos bélicos, pero también en las crisis económicas y culturales; la revocación del derecho al aborto en EEUU es el último ejemplo de que según crece la racionalidad social, crece igualmente la irracionalidad. Porque como aseguró el Tribunal Supremo de EEUU, y también el propio Donald Trump, de no existir ese razonable derecho, no habría hecho falta derogarlo. Así pues, aunque vivimos en un mundo que se enorgullece de ser el más racional de la historia humana, a poco que te fijes resulta que también es, paralelamente, el más irracional de todos los tiempos. ¡Con sinrazones razonadas! Y quien dice el mundo, naturalmente, dice la gente.

Aquí no pondremos ejemplos, sería una grosería, pero admito que yo mismo, que siempre fui exageradamente racional, incluso asquerosamente racional (el robot, me llamaban en el colegio), y hasta que aprendí a controlarlo a veces espantaba a las chicas por mi cartesianismo en la cama (¡cartesianismo sentimental y sexual, qué locura!), también caía cada dos por tres y sin razón aparente en abismos de irracionalidad, que me dejaban baldado. Si el exceso de razón sólo me ha dado disgustos (por supuesto), tampoco puedo decir que haya disfrutado mucho de los muy frecuentes periodos de sinrazón.

Al menos, no tanto como mi razón me dice que habría que disfrutar. Y ahora que al fin entiendo que a más razones más sinrazones, y viceversa, y que el mundo se ha vuelto totalmente irracional a fuerza de racionalismo y algoritmos matemáticos, tampoco le veo la gracia al asunto. Quizá mezclar a Newton y Descartes sea muy racional, pero desde luego, no es nada oportuno.