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El Govern de Francina Armengol ha decidido dar el sus a la campaña electoral de 2023 con un posado propagandístico en el Castell de Bellver, aprovechando la excursión para celebrar el cumple del Pacte, efeméride que la ciudadanía habrá recibido con gran alborozo y exultación sin límites. Una imagen vale más que mil palabras, así que era importante conocer quién salía junto a la presidenta y quiénes eran enviados a los extremos del cuadro. El protocolo, además, tuvo que lidiar con las incompatibilidades de caracteres, de manera que había que establecer la adecuada distancia de seguridad entre Iago Negueruela y Juan Pedro Yllanes, no fuera cosa que repitieran en público escenitas del pasado. Donde hubo brasas, seguramente quedarán rescoldos.

No hubo, por tanto, más remedio que desplazar un puesto al conseller hotelero y que las damas de honor de Armengol fueran el exjuez podemita y la cada vez más empoderada Mercedes Garrido, que ejerce de ca de bou del PSOE dentro y fuera del ejecutivo. Martí March y Patricia Gómez marcaban a cada lado la frontera con los miembros menos mediáticos del ejecutivo y, por tanto, electoralmente más prescindibles, como Miki Company, Mae de la Concha, Miquel Mir y Josep Marí. Salvo el econacionalista, todos ellos cuota insular, para que quedase bien claro qué isla es la que manda aquí.

A Armengol le pasa lo que a Pedro Sánchez, que intenta camelarnos con las maravillas de la coalición y nos cuenta lo mucho que se quieren todos los socios, mientras algunos de sus miembros no dejan de hacerse auto-oposición y de cuestionar las decisiones del Consejo de Ministros, como si siguiera gobernando Rajoy en lugar de ellos mismos. Aquí, desde luego, los consellers podemitas mantienen la compostura. De hecho, vistos los pronósticos de los socialcomunistas en las urnas, lo raro será que Yllanes y De la Concha no acaben subiéndose al carro socialista y abandonen sus juveniles anhelos perrofláuticos en pro del puesto de trabajo, ahora que se hace fijo a todo quisqui.

En Balears, la oposición interna es únicamente la de Més per Mallorca, que no logra capitalizar ningún éxito de gobierno porque sus consellers no tienen precisamente de qué presumir. Se hará dura para los conmilitones de Apesteguia la campaña electoral, pues Armengol monopoliza celosamente todo lo bueno de este Govern y carga sobre sus socios todos sus fracasos, que no son pocos. La deriva del nacionalismo insular es cada vez más incierta, a izquierda y a derecha.

Prepárense, pues, a asistir a la retransmisión de una inacabable retahíla de inauguraciones en los próximos 365 días. La carrera ha comenzado, también en Cort y en Palau Reial. Esta semana, Cladera y el inefable Sevillano han inaugurado una rotonda y han puesto la primera piedra de otra. Si hubieran tendido un puente o construido una carretera de verdad, imagino que decretarían fiesta oficial. Hila, por su parte, acompasa a ritmo de caracol sus obras para tener alguna cinta que cortar en 2023. Solo así se explica que el desenterrado puente de la Porta des Camp no haya sido aún reabierto al respetable. Claro que nuestro primer munícipe bastante tiene con hacer mediación familiar entre Sonia Vivas y Alberto Jarabo. En el Pacte reina la falacidad más absoluta.