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Seguramente, no se atreverán nunca pero lo que realmente querrían algunos integrantes del Govern es prohibir definitivamente el acceso a las playas, cerrarlas de por vida para que la posidonia que expulsa el mar cada vez que hay un temporal inunde toda la costa por el bien del ecosistema y del medio ambiente. Solo así se explica esta obsesión por regularlo todo y prohibirlo hasta el absurdo en un intento de conseguir que ir a la playa se convierta en un deporte de riesgo que acabe desmoralizándonos a todos y que queden desiertas los doce meses del año. Me temo que hace tiempo que esta estrategia de prohibir las playas se está instalando en los despachos oficiales, pero evidentemente tienen que conseguir su objetivo poco a poco.

El verano pasado, por ejemplo, comprobé personalmente que la playa des Pegerons, entre el Marqués del Palmer y es Trenc, se había quedado sin gente. Y es lógico porque la costa estaba inundada por más de un metro de posidonia que hacía muy complicado el acceso al mar. La torre de vigilancia estaba desierta por falta de bañistas, expulsados de la playa para proteger la posidonia que se acumula en la orilla después de varios meses de temporales. Este verano me temo que han dado un paso más en el objetivo final de prohibir las playas y ya han eliminado varios chiringuitos de es Trenc, además de derribar instalaciones similares en otras playas de Mallorca.

Es Trenc hace tiempo que ya no es lo que era y no es por culpa de los ciudadanos que están enamorados de una de las mejores playas de Mallorca. En el municipio ibicenco de Sant Josep, por ejemplo, el Ayuntamiento no ha recibido el visto bueno de Costas para autorizar las concesiones que regulan los servicios de las playas. Todas las propuestas han sido denegadas por defectos de forma y ya veremos el momento en que se autorizan. El alcalde de Sant Josep, el socialista Ángel Guerrero, ha admitido su preocupación. Muchos hoteles del municipio ya han abierto, pero los bañistas lo único que encuentran en las playas son montañas de posidonia.

Nadie está diciendo que no haya que regular el acceso a las playas, determinar los servicios que deben darse a residentes y turistas, acotar las zonas más sensibles desde el punto de vista medioambiental, pero de eso al fundamentalismo ecologista hay un paso. Y ese radicalismo se ha instalado en el Govern sin ningún tipo de complejo por muchos de aquellos que han reconocido desde hace tiempo que están en contra del turismo y que hacen todo lo posible para regularlo y limitarlo en cuanto tienen ocasión. Dos años de temporadas más que irregulares por culpa de la pandemia han resultado insuficientes para colmar sus aspiraciones antiturísticas.

A partir de ahora solo cabe preguntarse cuál será el próximo paso. Poner númerus clausus en las playas, hacer turnos en función de la primera inicial del apellido (de la A a la L los sábados y el resto, los domingos) o cerrar definitivamente algunas de ellas para proteger la posidonia. Parece que habrá que ir a la playa sorteando vigilantes en el mejor de los casos. O comprarse un barco para disfrutar de la costa. Sería paradójico que el Govern «de la gent» consiga que solo los millonarios puedan disfrutar de las playas. Si se esfuerzan un poco más lo van a conseguir.