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Joaquín Domínguez se llama ese individuo –no quiero referirme a él como persona– que se identifica en las redes como ElXokas. Antes este tipo de sobrenombre solían llevarlo los delincuentes de los barrios bajos y algo de eso hay también en algunos de estos personajes que se han convertido, por desgracia, en influyentes, especialmente entre un público muy joven que llega allí a través de los viodejuegos. Al tipo le siguen tres millones de personas, lo que le proporciona, dice, 150.000 euros brutos cada mes. ¡Cada mes! Yo no soy capaz de aguantar su tono de voz más de dos minutos. Resulta faltón, grosero, desagradable, chulesco. Pero, si atiendes al fondo de su parloteo insufrible, es cuando de verdad se te ponen los pelos de punta. No porque diga las chorradas que le dé la gana, para eso está la libertad de expresión, sino porque ese discurso zafio, bruto y maleducado encuentre eco en miles y hasta millones de ciudadanos. Desmanes ha mostrado ya unos cuantos, se ve que las cuentas suben y sus ingresos también cuando el escándalo llama a la puerta. Quizá ahora reciba lo que merece: que se borren uno tras otro todos sus seguidores. Porque su última idiotez ha sido promocionar como técnica infalible de ligoteo la idea de emborrachar a las chicas para que en su colocón no consigan ver lo feo que eres y se vayan a la cama contigo. Eso, que es más viejo que Matusalén y que ahora se considera una violación, es lo que propone este individuo –supuestamente gracioso– en una de sus más recientes apariciones. Dado el gran volumen de impuestos que paga por su éxito, amenaza con irse a vivir a Andorra. Pues sí, que se vaya. Lo más lejos posible. Especialmente lejos de los cerebros de los jóvenes que le escuchan.