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La canción de los Wawancó «lo que pasa es que la banda está borracha, está borracha...» sirve de fondo musical a lo que está pasando en el mundo. Al fin en las noticias sobreabundan temas serios con que fastidiar a las familias. Tenemos espionajes, chantajes, corrupción, traiciones y envidias en un PP mucho más entretenido que Pasión de Gavilanes, y para complementar programación televisiva, entre publicidades de chorradas, los belicistas delirios del Vladímir Putin con sus tanques y armas nucleares. Pablo Casado nos recuerda la conspiración a Julio Cesar en el drama shakesperiano, Marco Bruto y un grupo de senadores, que Cesar creía amigos, se unen a Casio y Casca para asesinarle.

¿Hombres honorables?, pues, no, señor Feijóo, traidores todos. Es la tragedia de la baja política: el que abre la ventana es arrojado por ella. Digamos el ADN del Partido Popular; por cierto, al que seguirán votando sus fieles seguidores y algunos despistados. Y días después Putin manda sus ejércitos a invadir un país soberano. Ahí pensé en Gila: «¿Van a mandar los tanques? ¿A qué hora? ¿No podría ser algo más tarde?, es que a esta hora estamos desayunando». De risa si no fuera porque en una guerra corre sangre de inocentes que nada tienen que ver con la locura de los hombres. El cordón umbilical que nos une a la vida lo rompe la inercia de la muerte.

Esto acaba de empezar y su final es impredecible. Yo pensé que a un descerebrado capaz de arrasar al estilo Gengis Kan, lo operativo era responderle con la misma moneda y colocar tanques frente a tanques, de chulo a chulo que es el único lenguaje que entienden los mamarrachos. Pero la Unión Europea y los EEUU, que son países democráticos, han decidido contraatacar con sanciones económicas que es otra manera de joder al enemigo. Veremos qué ocurre, es posible que descubramos otro estilo de hacer la guerra: ¡frente a las bombas, asfixia económica! Una buena idea, sacar a Rusia del SWIFT, cerrar el espacio aéreo, bloquear cuentas y prohibir a sus barcos fondear en nuestros puertos. La piedra de la locura es cambiante, el mundo vive con pocas esperanzas y revolcándose en la muerte, y yo me veo incapaz de entenderlo porque no hice al mundo.