Alguien dijo que quien tiene un amigo tiene un tesoro y, si bien es cierto, es sumamente difícil tener amigos verdaderos, aquellos que vibran en nuestra misma sintonía, los que nos acompañan en nuestras alegrías y en las adversidades y a pesar de ello nos siguen queriendo vitaliciamente. Un amigo de verdad no te exige tiempo y mucho menos se disgusta si no se lo ofreces, sin embargo, siempre está allí cuando acudes a él como si el tiempo no hubiese transcurrido pese a la distancia y el silencio. Un amigo puede estar navegando en un barco distinto en una ruta paralela a la nuestra, por ello también conoce el sonido del mar y sabe cuándo debe izar o arriar las velas porque la propia andadura hace que comprendamos la del resto. Muchos defienden que el roce hace el cariño y que si no ves con asiduidad a tus amistades estas terminan enfriándose y posicionándose en el olvido. Todo es posible y todos tengan, acaso su parte de razón, pero hay amistades, al igual que grandes amores, que están condenados a encontrarse en este camino que llamamos vida con el recuerdo del pasado que se ha fortalecido en el tiempo para convertirse en eterno.
Los amigos de hoy y de siempre
Palma26/01/22 3:59
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