No es que me esté dejando el pelo largo, ni puedo aún agitarlo con un movimiento de cuello como Rita Hayworth en Gilda; lo que pasa es que no me lo corto. Desde el inicio de la pandemia, hace ya dos años. Y como el pelo crece, incluso a los muertos, ahora es una melena pálida y desaliñada que me tengo que apartar de la cara con las dos manos, gesto que repetían mucho las chicas del siglo pasado. Ni idea de qué gestos repiten hoy en día. Hace meses les conté las cosas que ya no hago, como ver gente, hablar, ir a sitios, acostarme con mujeres, leer tonterías, etc., pero como lo de no cortarme el pelo (ni afeitarme, claro está) no fue una decisión consciente, sino que simplemente dejé de hacerlo sin más, pues me olvidé de añadirlo al listado de cosas que no hago. Cortarme el pelo. Lo que me obliga a peinarme desmañadamente (con un peine, quiero decir), algo que no había hecho en mi vida y que estoy aprendiendo sobre la marcha.
Pelo largo y desaliñado
Palma06/12/21 3:59
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1 comentario
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Pues que bien....animo con el Islam...