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Daniel Ortega el nicaragüense se ha convertido en un nuevo Fidel Castro. Los suramericanos a nosotros nos llaman ‘primer mundo’, será porque ellos se ven con razón en el inframundo. Es curioso, pero cuando un revolucionario calienta su culo en el sillón del dominio se vuelva idiota y sanguinario. Tenemos una historia plagada de ellos, desde Stalin a Venustiano Carranza y más atrás de Lucio Tarquinio a Julio César, todos los que un día ilusionaron al pueblo machacado se transformaron con el éxito en viles sanguinarios. Si Ernesto Che Guevara levantara la cabeza volvería a Bolivia para ser asesinado. Dicen que la cara es el espejo del alma y en el caso de Ortega y su esposa Rosario Murillo se hace verdad el dicho.

El líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional se ha convertido en un ‘caudillo’ de película norteamericana, esas películas que ridiculizan a los latinos y los convierten en peleles. El enemigo de Somoza, el que liberó a su país de una dictadura capitalista, ahora es el interventor mayor de Nicaragua. En las últimas elecciones ha encarcelado a oponentes políticos, ha silenciado a la prensa libre, no ha permitido que entraran cámaras de televisión extranjeras, ha impedido que observadores internacionales visionaran los comicios y ha encarcelado a todo el que le tosía de frente. ¿Cómo se puede atajar a un elemento semejante? Los gobiernos democráticos pueden tomar medidas de carácter económico, que es lo que duele a los canallas, pero este tipo de medidas siempre perjudican al pueblo y no al facineroso.

Naturalmente los gobiernos afines lo apoyarán, los autocráticos del mundo se acercarán como se acercan las moscas a la miel, pero por muchas palmaditas que reciba seguirá siendo un sin alma. Los Ortega son los últimos flecos del imperio español en la memoria, en el subconsciente emocional que hace de la ‘Madre Patria’ una madre triste. Los nicaragüenses que están aquí son los que han podido escapar a tiempo del hambre y la miseria, han sido espabilados, otros muchos no lo han podido hacer, su país tiene un negro futuro en manos del que dejó la revolución a cambio del abuso y la abundancia. Ya se sabe, de aquellos polvos vienen estos lodos.