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La irrupción de la religión islámica en tres colegios de Balears ha provocado cientos de reacciones y mayoritariamente en contra. Personalmente no me molesta que se pueda enseñar una o dos horas a la semana una religión, que conozcamos más otra cultura diferente a la nuestra, pero sí me sorprende que el conseller d’Educació, Martí March , pida «una respuesta racional y no visceral ante la implantación de la materia, obligatoria por normativa estatal». Voy a ser menos visceral que el propio March cuando el Govern de Bauzá implantó el TIL hace casi una década, pero sí sorprende que el Govern más feminista de la historia de Balears permita que en los centros públicos se enseñe una religión que precisamente relega a un segundo plano y humilla a la mujer.

Que no se preocupe March que no habrá manifestaciones multitudinarias en las calles, ni protestas, ni su despacho será ocupado por una docena de niñatos, ni habrá huelgas de profesores durante semanas, ni camisetas de ningún color, pero al menos que no nos riña por intentar explicar que enseñar la religión islámica es respetable, pero muy poco feminista. Curiosamente, los mismos que pedían que no se impartiesen más clases de religión católica en los colegios públicos impulsan ahora la asignatura de religión islámica, lo que demuestra la empanada mental que tienen algunos, pero ese ya es su problema.

Para poner en contexto a los miembros/as/es del Govern feminista de Balears convendría que conociesen algunos aspectos de lo que aprenderán los niños en tres colegios públicos de las islas. Por ejemplo, el Corán está repleto de textos patriarcales que defienden la superioridad del varón, su función protectora de la mujer y la dependencia de ésta.

Entre otras cosas, los escolares de Lloseta, ses Salines y Colonia de sant Jordi conocerán en profundidad que «la virtud de las mujeres se vincula esencialmente a la devoción, a la obediencia y a la actitud sumisa hacia los maridos» y «la rebeldía se considera una falta de respeto para con ellos que debe ser castigada».

«Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de las preferencias que Dios ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas. Y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Dios manda que cuiden. ¡Amonestad a aquellas que temáis que se rebelen, dejadles solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metáis con ellas», señala un fragmento del Corán. Supongo que en el Ministerio de Igualdad nadie ha leído estos pasajes del texto sagrado, pero cuando se entere la ministra Irene Montero habrá un gran escándalo, igual que con el tema de las menores prostituidas.

No acabo de entender tampoco aquel follón que se organizó por intentar dar más clases de inglés en los centros públicos de Balears por el trauma que provocaba supuestamente entre los alumnos, pese a la torpeza en su aplicación, y que los mismos activistas de aquella rebelión asuman ahora que se imparta una asignatura que denigra de tal manera a la mujer. Si aquel TIL fue clave en la irrupción del Govern progresista de Armengol en 2015, esta prueba piloto con la religión islámica puede tener un alto coste electoral.

¿Y qué será lo próximo? Que nadie descarte que se prohíba celebrar la Navidad en los colegios de Balears. No será por falta de ganas.