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Yo no nací en Afganistán. Abrí los ojos por primera vez al mundo en esta isla del Mediterráneo que mi padre describe como un continente en miniatura. Sin embargo, hubiese podido nacer ahí, en una tierra inhóspita fruto de una frontera inventada por los hombres, una línea arbitraria que solo ha generado enfrentamiento y odio.

Hubiese podido nacer en Kabul y mi piel sería algo más oscura, quizás casi como mis ojos, que son fruto de las rocas y el mar, de los olivos centenarios. La noticia de los atentados suicidas en el aeropuerto de Kabul me conmueve. Es bueno comprobar que, a pesar de todo lo vivido, no perdemos la capacidad de conmovernos. Si un novelista no puede ponerse en la piel de los demás, jamás escribirá una novela que valga la pena.

Los atentados suicidas se produjeron aunque había alertas que anunciaban esa posibilidad. Hay predicciones que se cumplen. Avisaron a los pasajeros de que debían alejarse de las puertas de entrada y salida y de las zonas más expuestas. Sin embargo, la escasas precauciones resultaron inútiles. Murieron muchas personas que se encontraban en ese lugar con la esperanza de escapar del infierno. Me pregunto cuántos infiernos creamos todos los días los seres humanos. Gente que tenía la esperanza de poder escapar del horror en que se ha convertido su tierra, pero que fue sepultada por ese mismo horror.
Si yo hubiese nacido en Afganistán, conocería el pánico de ser mujer cuando las mujeres son condenadas en vida.

Puedo ver rostros tristes, expresiones de derrota, manos que suplican auxilio. Alguien pensara que Kabul está muy lejos, que no forma parte del mapa confortable de su realidad inmediata. Se equivoca. La ciudad condenada está muy cerca. Nada es remoto en los tiempos que vivimos. Aquel rostro podría ser el mío. Esos brazos alzados en una súplica podrían ser los nuestros. Sus gritos quizás deberían ser ahora mismo nuestros propios gritos. Si nos hiciésemos a la idea… si imaginásemos que cada uno de nosotros tiene un talibán que le espera a la vuelta de la esquina… quizás el mundo dejaría de ser tan mezquino.