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En el futuro, todo el mundo será famoso durante quince minutos. Es la popular máxima atribuida al gran gurú del pop art Andy Warhol (1928-1987), aunque el fotógrafo Nat Finkelstein (1933-2009) le dispute la paternidad: en 1966, durante una sesión de fotos, muchas personas se acercaban al artista con la intención de aparecer en las imágenes, a lo que Warhol comentó que todo el mundo quiere ser famoso; claro Andy, repuso Finkelstein, ¡por quince minutos! El futuro es ahora y la política ofrece una extensa lista de aspirantes a la fama aunque en muchos casos sea la degradación de la sentencia warholiana al más prosaico que hablen de uno aunque sea mal.

En estas semanas de agosto que los políticos se han tomado tan en serio el período vacacional, tanto que Pedro Sánchez no tiene ni un instante para comentar el drama que la factura de la luz supone para ciudadanos y empresas, un concejal de Palma, Francesc Dalmau, ha encontrado su hueco para acaparar titulares y comentarios. Vaya por delante que los responsables municipales de Circulación, ahora el departamento se llama Àrea de Mobilitat Sostenible, nunca han gozado de excesiva popularidad sobre todo si han pretendido dejar su impronta personal en el ordenamiento del tráfico. Pero el caso de Dalmau responde de lleno al vaticinio del artista norteamericano. Con el anuncio y las primeras medidas del proyecto Palma Camina, ha enrabietado a los transportistas que abastecen a comercios y establecimientos del centro, a los vecinos de Nuredduna (el barrio de Pere Garau reúne a más de 40.000 habitantes), a comerciantes y residentes de Bonaire, de la calle Unió, de Sant Jaume hasta el punto que la ampliación de las restricciones a la circulación en esa última vía va camino de los tribunales. En todos los casos se acusa a Dalmau de falta de diálogo con los afectados por sus decisiones. Los vecinos de Sant Jaume van más allá: «Miente cuando dice que el Acire es una petición vecinal». Quien fuera presidente de Afedeco, la patronal del comercio, Pau Bellinfante, incide en su autoritarismo y nula participación de los agentes sociales: en un artículo publicado en estas mismas páginas (6 de agosto) se muestra partidario de las peatonalizaciones pero no «del cierre sin más de calles para dejarlas en un estado deplorable. ¿Quién circula hoy en día por la calle Unió?»

El joven concejal es un buen ejemplo del paisanaje que actualmente protagoniza la política. Al final de sus estudios universitarios, una serie de empleos muy respetables pero más o menos anodinos, monitor de tiempo libre, chófer, encuestador... hasta el salto a la política: apparatchik del partido y la asunción de «distintas responsabilidades en el Parlament y el Consell de Mallorca», según se lee en su reseña biográfica oficial, o sea las anheladas asesorías que abren la puerta a más altos destinos: la dirección general de Consumo durante la anterior legislatura y luego la concejalía actual. En las umbrías del socialismo insular se susurra que su presencia en Cort responde al madrinazgo de Francina Armengol con el fin no declarado de vigilar al alcalde Hila, con una menor sintonía con la presidenta. En cualquier caso, el concejal no saldrá de la trastienda de la historia municipal. La cosecha la recolectarán Hila y Armengol.