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Los de la Agenda 2050 –esa distopía que han creado los globalizadores aprovechando la muerte del sistema educativo– quieren darnos gato por liebre y obligarnos a que comamos chuletones de alfalfa o de lo que cultive Bill Gates en sus latifundios. Esa Agenda de relanzamiento a la estulticia, verdadero cúmulo de paridas, en España la lleva el presidente (y seudodoctor) Pedro Sánchez que con su iluminación permanente deja cortos a todos los visionarios y a Nostradamus.

Los de la Agenda quieren que dejemos de comer carne y le demos al forraje, que nos van a servir filetes clorofílicos y encima esos bifes de herbolario nos los va a proporcionar Bill Gates con salsa de 5G e impresos en 3D. Yo soy hijo de la galaxia Gutenberg y esta econueva anormalidad del capitalismo inclusivo me deja tieso, por eso para contrapesar les voy a hablar hoy del mejor amigo del hombre, que no es el perro como se cree, sino la carne de cerdo (cuanto más bellotero mejor) que como bien dijo el Dr. Marañón ha salvado más vidas que la penicilina.

Del cerdo me gustan hasta sus andares. En la Galicia enxebre se suele decir «¡alegría, alegrote!, o rabo de porco no pote!». Recordemos que la carne del gorrino es muy parecida a la nuestra. Aquel gran viajero precarpetovetónico que fue don Ciro Bayo , amigo de Pío Baroja , estuvo a finales del siglo XIX en el Amazonas y por lo visto una tribu de caníbales le preparó un estofado de carne humana. Don Ciro contaba años después que aquellos filetes de homínido evolucionado tenían el mismo sabor y textura que los de cerdo, de modo que ya sabemos de dónde venimos.

Una de las cosas que más me gustan de Guatemala es que en casi todos los pueblos tienen marranerías que son tiendas muy pintorescas con todo tipo de hechuras del porcino colgando y con los perros en la puerta a la espera de que alguien le eche algún despojo, lo que no suele suceder porque en esos países se aprovecha hasta el hocico. Siempre que voy a Palma suelo ir con mi madre a ese estupendo restaurante que es El Central (Coll d’en Rabassa) con cocina mallorquina muy rica y barata y me tomo un buen plato de manitas de cerdo, y de segundo frito mallorquín de matanza. Los filetes de pienso que se los coman Ursula von der Leyen , Gates & Melinda, Sánchez & Begoña, Iglesias & Montero, a nosotros que nos dejen la sobrasada de porc negre , los camaiots y las ensaimadas con su saïm . Don Camilo en los primeros años de las posguerra se tomaba un cocido completo para desayunar y luego unos huevos fritos con tocino con su buena hogaza de pan para mojar, y así le lucía la pluma. En su primer viaje andaluz, Cela, cruzó Despeñaperros y sin un duro y con ganas de comer consiguió que un aldeano le diera dos truchas, presto hizo una lumbre y asó una trucha, la otra la dejó para el postre, se la comió cruda, eso sí que es cocina creativa y no las fusiones con soplete de Adrià o los filetes de Gates. Nos quieren obligar a que renunciemos a nuestro pasado, a nuestro estómago, al jamón de Navalmoral de la Mata y a los libros de Faustino Cordón , hasta nos quieren resetear el estómago a base de pienso compuesto o sin componer: por mí, ¡que les den!