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Aunque la publicidad y la propaganda política se llaman ahora relato, o narrativa (excelente ardid publicitario), aprovecho que hoy es el Día del Libro para recomendarles que no se lo crean, porque los relatos de verdad son literatura, y suelen estar, precisamente, en los libros. También tengo el gusto de informarles que adelantándome a este Sant Jordi pandémico (al quien madruga Dios le ayuda), he logrado completar mi colección de clásicos chinos con la adquisición de los cinco tomos bilingües de A la orilla del agua , que es el que me faltaba. Así que para mí hoy es el día de los cinco libros. Editada por Biblioteca de Clásicos Chinos, que ni sabía que existiese, esta novela del siglo XIV, a principios de la dinastía Ming, narra las aventuras de los 108 forajidos, o héroes, del monte Liangshan, y en la portada de los cinco tomos aparecen las cataratas de Hukou, en el curso superior del río Amarillo. Ignoro que ha hecho mi hijo para conseguirme esta joya, pero lo cierto es que ya sé escribir en chino A la orilla del agua . Lo que es un gran paso en mi inmersión lingüística china, con vistas a procurarme una plácida vejez china. A la mierda la cultura occidental. Como todavía estoy leyendo al mismo tiempo, y dándoles la lata con ello, Viaje al oeste y Sueño en el pabellón rojo, que son relatos infinitos, y tengo a la espera los dos gruesos tomos del clásico subido de tono de 1610 Jing Ping Mei , del burlesco autor anónimo El erudito de las carcajadas (necesitaba ese seudónimo en mi estantería), los 108 forajidos del pantano tendrán que esperar. Pero qué gusto me da ver desde la cama, en un estante chino-escocés donde también reposan los lujosos whiskys con los que pienso organizar mis propios cuidados paliativos, esos cinco tomos bilingües. El gusto, y la certeza de tener solucionado el provenir cultural. Siendo aficionado a subrayar mientras leo, me pregunto si llegaré a subrayar también caracteres chinos. Igual sí, porque cualquiera sabe qué estará sucediendo en mi cerebro para entonces. Será chino para mí. No aconsejo que hagan esto en su casa, pero convertir el Día del Libro en el de los cinco libros (o más), es un gran acierto. Prueben y verán qué diferencia.