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Según la Asociación de Periodistas de Madrid (APM) un grupo de profesionales a ella adscritos ha sido “presionado” por parte de Podemos, lo cual, al decir de la susodicha organización, es muy grave e incluso compromete la democracia. No tengo duda de que el partido morado presiona periodistas. Igual que lo hacen todos los demás. Que es lo mismo que practican todas las organizaciones de cualquier tipo que tienen una mínima relevancia. Pocos, muy pocos periodistas deben existir que no hayan sufrido presiones. Es parte del trabajo. Lógico, además. Legítimo, incluso. Claro que hay límites. ¿Cuáles? Pues el que cada cual crea oportuno establecer. Si considera que un político se excede en la presión y se siente amenazado de algún modo para eso existe algo que se llama ley. No me gusta que exista la figura del “amparo” gremial a periodistas sin determinar qué profesionales han sido presionados y cómo. Porque bajo el anonimato resulta que se está señalando a un partido de prácticas anti éticas sin precisar cuáles son y por quién exactamente han sido perpetradas. No es de recibo. Es inquisitorial porque como en aquellos tiempos ocurría con la siniestra institución católica, se acusa bajo anonimato y se condena no se sabe en razón de qué. Y la excusa que la presidenta de la APM, Victoria Prego, pone al respecto, que se trata de información confidencial y que no se puede hacer pública, ofende a cualquier mediana inteligencia, puesto que si es confidencial y discreta la denuncia, lo decente es que también sea igualmente discreta o secreta la reprobación. Hacerla pública para oprobio general es, sencillamente, indecente. Y sí, es verdad que el partido neocomunista tiene problemas de relación con sus pares aristócratas -los demás partidos- y con los periodistas. Ahí está de vez en cuando Pablo Iglesias para demostrarlo, con sus comentarios fuera de tiesto y habitualmente producto de su profunda ignorancia, sobre todo cuando habla de historia, o bien con sus hirientes referencias de corte machista contra una presentadora de televisión, contra una periodista que lleva un abrigo caro… Sin embargo no es de recibo que se acuse a los morados de esa forma inquisitorial. Cuando así se hace y resulta que tanto y tanto lo aprovechan ciertos medios acostumbrados a dictar a los políticos qué hacer –unos en la izquierda y otros en la derecha- y ante los que no se ha arrodillado Podemos, la conclusión se impone por obvia.