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Se insiste una vez y otra en aspectos secundarios, pero por mucho que se abunde en ellos no va a cambiar lo sustancial: la investidura de Mariano Rajoy está en manos del PSOE. Siempre lo estuvo. Desde que se conocieron los resultados electorales.

El acuerdo mercantil al que se llega para el reparto de la Mesa del Congreso y la formación de grupos no debe confundirse con un pacto político para la investidura y/o uno de legislatura. Estos últimos se hacen en función de afinidades ideológicas, los primeros sólo son el mercadeo que siempre se da en el momento de la configuración de todos los parlamentos, el nacional y los autonómicos: yo te voto a ti a la Mesa, tú desde la Mesa me dejas tener grupo parlamentario.... Ha sido así siempre y esta vez no es diferente a ninguna, por mucho que sorprenda que los nacionalistas catalanes voten al PP a cambio de tener grupo.

Una vez resulta la Mesa y la formación de grupos es cuando empieza lo importante. La investidura. Ahí no valen acuerdos puntuales de circunstancias, se trata de pactos entre partidos para votar a un presidente y acordar, si fuera el caso, la composición del gobierno si es que debiera fruto de una coalición.

Y en esta fase las cosas son las mismas que eran. El PP más Ciudadanos suma 169 escaños, y si se adhiere el canario regionalista, 170. Para la mayoría absoluta Rajoy necesita 6 votos más y para la mayoría minoritaria requiere que las abstenciones dejen el 'no' por debajo de 170. Tan sencillo como esto. Si no, a nuevas elecciones.

El PP y sus terminales mediáticas llevan un mes dando por sentado que todo estaba hecho. Ahora de repente han descubierto que no. Mientras, Rajoy ha descansado, sin intentar ningún pacto sólido con nadie, ni siquiera con Ciudadanos. Allá él, aunque no se entiende muy bien a qué juega.

Las semanas van pasando y desde luego la fantasía de ser investido antes de agosto ya es imposible. Veremos qué pasa en las siguientes semanas. Pero lo que sea que surja será sobre la realidad aritmética pesada e inexorable que se ha referido. Todo lo demás, en todas las bandas, es parte de las imposturas que quizá crean que deben escenificar -aunque no se sabe por qué ni para qué- pero que no disimula la evidencia: la investidura depende del PSOE.