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Reivindica don Guillermo, en anterior e interesante comunicación, el voto en blanco como sujeto de cómputo para el reparto de escaños. Difícil cuestión. El blanco es, por definición, un voto que participa pero no reparte. Entonces, ¿cómo hacerlo más activo? Podría ser mediante su distribución equitativa entre las candidaturas pero, obviamente, su influjo sobre éstas sería nulo. ¿Entonces? Alguna vez he leído la teoría de convertirlo de hecho en una “candidatura”. Esto es: que si se llegara al 5% de voto en blanco computara como cualquier otra candidatura y si le correspondiera algún escaño éste quedara vacío, sin ocuparse. De esta manera funcionaría como una especie “castigo” al resto de candidaturas que, así sí, restarían escaño/s para ellas y recibirían sin duda un mensaje claro y tangible del hartazgo ciudadano. Es una opción interesante, pero francamente dudo mucho que nuestros partidos, que son los que deberían cambiar la ley electoral en este sentido, estén por la labor.