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La imagen del colapso circulatorio en el acceso a Sóller, los atascos permanentes en la via de cintura palmesana y el bloqueo crónico de la Serra a cuenta de la presencia masiva de ciclistas provocan la inquietud o la indignación -según se mire- de los residentes cuando la temporada alta del sector turístico acaba de comenzar. Este clima se hace patente en las redes sociales y en las conversaciones de café, la sensación de agobio -real o imaginario- parece que ha hecho mella en el Govern que preside Marga Prohens, cuyo portavoz, Antoni Costa, ha anunciado de manera solemne con la implantación de un nuevo modelo turístico. Loado sea el Señor. ¡A buenas horas mangas verdes! Podemos ponernos a temblar, la probabilidad de que todo quede en agua de borrajas en casi del cien por cien, el fracaso está asegurado con las condiciones que se plantean: medidas consensuadas con el propio sector afectado. Error. Lo de siempre.

Sorprende que el titular de Turisme, Cultura i Esports, Jaume Bauzá Mayol, nada haya dicho al respecto. Quizá resulte ser el más cauto de los afectados, ninguno de sus predecesores ha logrado el más mínimo avance en la expansión del negocio turística en sus diversas variantes. ¿Por qué Prohens tendrá éxito ahora? El modelo turístico en Mallorca ha cambiado desde hace ya más de una década, la Isla se ha convertido en un destino de élite con una oferta envidiable de sol y playa, deportes, gastronomía, lujo... Apenas hay competencia en el resto del Mediterráneo con una planta hotelera y de alquiler vacacional de primer nivel. Entonces, ¿dónde está el problema? Aquí reside el quid de la cuestión.

Lo que sobra son hoteles obsoletos cuyas instalaciones están amortizadas y se ofrecen a precios ridículos para una demanda sólo interesada en la ingesta de alcohol, un flujo que crece al socaire de compañías low cost que, como los propios aeropuertos -incluido el de Son Sant Joan- y empresarios sin escrúpulos, obtienen con la venta de licores pingües beneficios. Corregir esta anomalía, expulsar este turismo indeseable requiere de enormes recursos económicos que el Govern no dispone y el concurso cómplice de la Administración central que tampoco se dará. Frente a este escenario sólo queda la adopción de medidas restrictivas que perjudicarán todavía más a los residentes y de las, como siempre, los más pudientes -ricos extranjeros- logran esquivar. Las instituciones tienen las herramientas para evitar el desmadre en el que estamos inmersos, cuestión distinta es que haya voluntad de hacerlo. Permitan que, de momento, lo dude.

Insólito acuerdo

No tiene precedentes el acuerdo alcanzado en el Consell para solicitar a la Casa Real la retirada de la distinción concedida a la Académi de la autodenominada llengo baléà por el rey de España. Imagino que en el Palacio de la Zarzuela se espera que escampe la tormenta y que la pifia cometida se olvide, pero el jefe del Estado no puede avalar una organización que defiende postulados sin base científica otorgándole el titulo de real. Es un despropósito, con el añadido de que dicen sostenerse sobre informes de autoría desconocida. Hasta el PP balear se abstuvo en la votación y facilitó la reprimenda a Felipe VI.