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Toni Vera, exjefe de la Policía Local de Palma que se vio forzado a dimitir en 2013 tras ser imputado por el exjuez Penalva y el exfiscal Subirán en el ‘caso Oposiciones’, y que después vio como también le implicaban sin pruebas en el ‘caso Cursach’ y en las supuestas orgías de Tito’s, ha relatado en una extensa entrevista a este periódico el calvario personal y profesional que vivió durante aquellos años, cuando pasó de ser la máxima autoridad policial del cuartel de San Fernando a un sospechoso sobre el que se vertían todo tipo de barbaridades sin fundamento. Se trata de un testimonio especialmente esclarecedor de cómo funcionó, en aquellos años, el denominado ‘régimen de terror’ instaurado por el juez y el fiscal y el Grupo de Blanqueo de la Policía Nacional, que llegó a acusar a más de un centenar de policías, funcionarios y empresarios que, en su inmensa mayoría, eran inocentes. Hay que recordar que Vera, tras esta pesadilla de casi once años, ha salido absuelto o han archivado todas las causas contra él.


Familias destrozadas

El exjefe de la Policía, que tenía una trayectoria inmaculada y había conseguido que la Policía Local funcionara de forma modélica, vio truncada de golpe su carrera y dimitió para proteger a su familia, después de que se filtraran a la prensa mentiras sobre su persona. Tan graves como supuestas amantes, tráfico de drogas o corrupción con sobres de empresarios. Un daño irreparable que destrozó su familia, como ocurrió con otras tantas.

Daño irreparable

Como bien recuerda Vera, algunos de las víctimas de Penalva y Subirán enfermaron por la salvaje presión a la que estaban sometidos y un mando muy querido en el cuartel, Biel Torres, murió tras sufrir una odisea judicial. Ese daño a tantas y tantas familias es ya irreparable, porque aunque sean oficialmente inocentes, su honra ha sido mancillada para siempre.