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La presidenta del Govern, Marga Prohens, y su homólogo en el Consell, Llorenç Galmés, firmaron este viernes el Pacte per l’Aigua, que destinará más de 19 millones de euros a reducir las pérdidas de agua en las infraestructuras de los municipios. Se trata, sin duda, de una medida necesaria debido al acuciante problema de la sequía, que ya está golpeando con dureza en Catalunya y Andalucía, donde ya se han establecido restricciones en el consumo. En Mallorca, y en Balears en general, se asocia en muchas ocasiones el consumo excesivo de agua con la avalancha de turistas que llegan durante la temporada alta. Sin embargo, parte del problema radica en las redes de suministro, que pierden en innumerables puntos.

Fugas en las infraestructuras.

En realidad, la media de fugas supera el 27 por ciento, lo que supone una inmensa cantidad de agua que se desperdicia, en unos momentos en los que los embalses están ya sufriendo por la falta de precipitaciones. Un dato muy gráfico ilustra esta dramática situación: las fugas de agua equivalen a tres veces la capacidad del Gorg Blau y Cúber juntos. Con esa cantidad de agua potable perdida se podría abastecer a miles y miles de personas. Las campañas de concienciación para que los ciudadanos hagan un uso responsable de este bien escaso están muy bien, pero la Administración debe ser la primera en dar ejemplo.

Casos extremos.

Algunos municipios, como Campos, Sencelles o Artà, presentan unas infraestructuras hídricas obsoletas y deficientes, que pierden más caudal del que suministran. Hay otros pueblos, como Montuïri, Sóller o Capdepera, donde se optimiza al máximo el suministro, pero la gestión hídrica no puede ser tan dispar. El agua es un bien escaso, sobre todo en una isla, y el cambio climático solo agravará la situación. Se precisan medidas urgentes. Sin demora.