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La presidenta del Govern, Francina Armengol, anunció este jueves durante su visita a la Serra de Tramuntana que se tramitará ante el Gobierno central la solicitud de declaración de zona catastrófica a la vista de los daños causados por la borrasca Juliette, cuyos efectos son palpables en numerosos enclaves de la geografía balear y que afectó con especial virulencia a la isla de Mallorca. Las fuertes precipitaciones de lluvia, nieve y viento del pasado lunes y martes han provocado numerosos destrozos en la red viaria y en propiedades particulares, debido en la mayoría de los casos por la caída de árboles. Aunque por fortuna no se han tenido que lamentar desgracias personales, es indudable que la reparación de los daños obligará a desembolsar fondos no previstos, tanto por parte de las instituciones públicas como de los propietarios de la viviendas afectadas.

Cálculo económico.

La presidenta Armengol no quiso adelantar la evaluación de los daños provocados por Juliette, pero todo indica que son cuantiosos. De hecho, transcurridas 72 horas del fin del episodios todavía hay carreteras cortadas, personas aisladas en la nieve y miles de abonados afectados por el corte en el suministro eléctrico. Con este escenario todo indica que está más que justificado el trámite de la declaración de zona catastrófica para poder acceder a ayudas y bonificaciones fiscales previstas para este tipo de situaciones. En todo caso cabe solicitar celeridad en cumplimentar el trámite.

Esfuerzo inmediato.

Para numerosos ciudadanos y pequeñas empresas es vital poder borrar cuanto antes la huella de Juliette, aspecto en el que hay que valorar los esfuerzos conjuntos de bomberos, Protección Civil, Guardia Civil, Policía Nacional, policías locales, Unidad Militar de Emergencias, forestales y voluntarios, además de los trabajadores de los servicios básicos durante todos estos días. La inmediatez de su intervención ha logrado minimizar las consecuencias de Juliette.