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El Butlletí Oficial de les Illes Balears (BOIB) publicó ayer las nuevas normas que deben cumplir los establecimientos de ocio y restauración en función del nivel de alerta sanitaria, un paquete de medidas en el que destaca la extensión del pasaporte COVID a los restaurantes con un aforo superior a los 50 comensales. La confusa redacción del texto aprobado por el Consell de Govern, y ratificado por el Tribunal Superior de Balears, generó tensión en la patronal de restauración; muy sensible por la afectación negativa que está teniendo por la pandemia desde el primer momento. Al final quedó aclarado el entuerto y las restricciones sólo afectan a la clientela de los restaurantes, quedando, por tanto, eximidos los bares y las cafeterías.

Disciplina ciudadana.

Con todo, el aspecto más notable de la jornada del estreno masivo del pasaporte COVID en las Islas ha sido la tranquilidad en su implantación, los clientes de los grandes restaurantes asumieron con paciencia los trámites de comprobación de la vacunación; un proceso que apenas generó incidentes. Y es que la toma de conciencia de los riesgos que genera el virus está más generalizada de lo que en ocasiones puede desprenderse de determinadas actitudes, la responsabilidad ayer –a las puertas del puente de la Constitución– de las personas que acudieron a los restaurantes podría decirse que fue ejemplar. Como también lo fue el esfuerzo de los restauradores por ejercer con eficacia el control de acceso a sus establecimientos, vetado para quienes no habían cumplido las pautas de vacunación.

Más vacunados.

En este contexto también hay que celebrar que la entrada en vigor de las restricciones generó, sólo en la jornada de ayer, la vacunación de 345 personas en Son Dureta –a las que habría que añadir las del resto de vacunódromos de las Islas–; es el efecto inmediato de las nuevas exigencias. Un avance importante.