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Baleares se sitúa en la cola, sólo por delante de Ceuta y Melilla, en la actual tasa de vacunación; un proceso que se ha acelerado en las últimas semanas tal y como admiten los responsables de la campaña de la Conselleria de Salut. Las razones de esta ralentización todavía es objeto de análisis por parte de los expertos, aunque algunos de los factores que se apuntan están relacionados con la temporalidad laboral y la escasa fiabilidad del censo. Lo cierto es que Salut debe actuar con urgencia para resolver una dinámica que en nada favorece el control sobre la epidemia, aunque los datos actuales invitan al optimismo.

Censos ficticios

Cuando ha quedado demostrada la eficacia de las vacunas como barrera para la COVID-19, sorprende que haya descendido el flujo de personas interesadas en la inoculación. El despliegue logístico destaca por su diligencia, las quejas en este sentido han sido mínimas. Estamos, por tanto, en una fase en la que se agrupan diferentes colectivos en el que figuran aquellos que se obstinan en no ser vacunados y el de quienes constan en el censo de población pero, en realidad, residen en otra comunidad. El primero no debería ser relevante en términos absolutos, el segundo evidencia un serio problema de falta de depuración en el padrón que debería investigarse en profundidad.

Hasta la última vacuna

Salut tiene que afrontar el reto de avanzar en la vacunación hasta alcanzar el límite que garantice la inmunidad de la población, un objetivo que requerirá, con seguridad, campaña de concienciación, pero también el cruce de datos con el resto de autonomías para depurar los listados. El alcance de la campaña también puede haber evidenciado errores importantes en los datos con los que se ha venido trabajando, los cuales deben quedar corregidos para el futuro. Lo importante es defenderse del virus, y para ello no caben excusas.