Detalle de la decoración con ganchillo. | Teresa Ayuga

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La calle sigue siendo cosa de hombres. Sólo el doce por ciento del callejero español tiene nombre de mujer. En Mallorca la cosa se agrava, si cabe. Concretamente en Palma, la cifra cae a menos del diez por ciento. La subrepresentación femenina en la nomenclatura del espacio urbano, sean calles, avenidas, plazas o caminos está bajo mínimos. Revertir esta situación es una de las mil causas pendientes que nos impulsarían hacia la equidad social. De momento habrá que conformarse con iniciativas más, digamos, simbólicas, como la promovida por el Moviment Feminista de Sencelles, perpetrada por la agrupación de mujeres de la Tercera Edad de Sencelles junto a la Escola Pública del municipio: engalanar la calle Sor Francinaina Cirer con un collage de ganchillo de lo más remolón.

Hablamos con Aina Llabrés, del Moviment Feminista de Sencelles y profesora de catalán en el I.E.S. Sant Marçal. «La idea nació desde nuestro colectivo, queríamos llevar a cabo una iniciativa para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos pareció una forma simbólica y creativa de homenajear a la mujer ocupando el espacio público, un lugar que tradicionalmente siempre ha sido para los hombres», explica Llabrés. En su opinión, uno de los grandes alicientes de esta propuesta ha sido «unir a las diferentes generaciones de un pueblo». Destaca también la predisposición del colectivo de la Tercera Edad, «siempre se apuntan a todo».

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Aina Llabrés, del Moviment Feminista de Sencelles.

Elaboración

El tiempo de elaboración fue relativamente breve, «estuvimos un mes y medio trabajando los martes por la tarde, codo a codo con los alumnos y el colectivo de la Tercera Edad, aunque las tareas estaban abiertas a todo el que quisiera colaborar». El resultado luce en las alturas de la mencionada calle del municipio desde «la semana del 8 de marzo», donde permanecerá hasta nueva orden.

Una parte del colectivo de Mujeres de la Tercera Edad de Sencelles.

«No hay una fecha para retirarlo», confirma Llabrés, quien avanza que de cara al próximo año «nuestro objetivo será llenar la calle entera con adornos de ganchillo, de plaza a plaza». «La acogida que ha tenido ha sido brutal, veo a un montón de turistas que se bajan de la bicicleta para hacerle una foto». Por contra, echa en falta «un código QR para contextualizarlo y explicarlo», lamenta Llabrés.