Moll ha logrado reconocimiento mundial con una profesión que le apasiona. | R.D.

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En anteriores ocasiones Juan Moll (Moraira, Alicante 1967), considerado uno de los mejores jefe de sala del mundo, ha viajado hasta Mallorca para disfrutar de unos días de vacaciones, «me encanta la zona de Valldemossa, Deià, Sóller...», admite, pero en esta ocasión visita la Isla por motivos profesionales. Juan Moll ofrecerá este lunes, día 22 de abril, una conferencia motivacional en el Teatre Principal d’Inca, bajo el título El poder de la sonrisa, con motivo de los Premis Gatronòmics 2024.

Su vida, desde muy joven, estuvo vinculada al mundo de los restaurantes, sobre todo en la dirección, gestión y desarrollo de la actividad y siempre acompañado de su hermano Josep Moll, como parte fundamental en la cocina. Juan supo desde que era niño que le apasionaba el trato con los clientes: «Dediqué mis estudios en esa dirección y siempre he sido muy feliz. Tengo negocios de restauración y cuando más feliz soy es cuando estoy trabajando».

¿Qué supone para usted ser uno de los mejores jefes de sala del mundo?
— Bueno, sencillamente es que hay muy pocos jefes de sala, metres o directores que puedan tener la trayectoria que pueda tener yo, pero también te diré que hay grandísimos jefes de sala y referentes en España. He ofrecido conferencias y abierto más de 40 restaurantes por todo el mundo. El nuestro es un país de servicio que ha hecho que seamos una potencia mundial de amabilidad y servicio, de lo que me siento muy orgulloso.

¿En qué consistirá su conferencia del lunes en Inca?
— Es un buen momento para realizar esta conferencia, y no solo dirigida a profesionales y estudiantes del sector. Quiero trasmitir herramientas muy rápidas e imprescindibles para el día a día, y mejorar esa experiencia en el trato, sobre todo a la gente joven para que entienda mejor la profesión. En un bloque trataré la actitud y el estado emocional óptimo para entender a los clientes y que la regularidad en las emociones es lo que nos permite dirigirnos al camino de la excelencia. Aunque es una utopía, nada nos impide recorrer el camino hacia esa búsqueda que he vivido en mis propias carnes generando equipos en distintos lugares del mundo, y con buen ambiente los resultados se disparan… La parte emocional es importante. En el segundo bloque me centraré en un tema más técnico pero muy interesante que es cómo vender, hacer un briefing, atender mejor.. y no solo en restauración, creo que se puede trasladar a otros sectores profesionales.

¿Un mal servicio puede estropear una buena comida?
— Por supuesto y al revés, una mala comida puede mejorar con un buen servicio. El comensal busca la excelencia en la comida y en el servicio.

¿Ha cambiado mucho la profesión desde que usted se inició?
— Ha cambiado porque las personas cambian, los clientes, diferentes generaciones, en definitiva ha cambiado a mejor por la digitalización que nos permite ser más ágiles y el cliente ahora es más exigente.

¿Qué consejos le daría a los jóvenes que estudian o empiezan?
— Sin duda, que cojan experiencia. La máxima posible. Es imprescindible una buena formación y tener idiomas, así como conocimientos técnicos en barista y sumiller... todo ello aporta seguridad y eso se transmite al cliente.

Se considera vendedor de felicidad...
— Intento reconvertir a la gente de la hostelería que está frente al público.

¿Qué distingue a un servicio excelente de otro cualquiera?
— Pienso que el servicio aporta emociones al comensal y la cocina sensaciones. La personalización de ese servicio en el que el camarero está atendiendo sin pasarse es importantísimo. Las claves son amabilidad, espíritu de servicio, coordinación del equipo y, sobre todo, que el servicio tenga personalidad.

¿Qué espera encontrarse el próximo lunes en su conferencia?
— A gente con ganas de que les cuente mis vivencias profesionales y encontrar a gente que intenta encontrar una mejor vida dentro del mundo de la hostelería, porque a mí me ha costado muchos años entender que para poder hacer clientes felices debo ser feliz yo primero.

¿Dónde está su meta?
— Desde hace años me di cuenta que estamos de paso por esta vida. Y también que si alguien es bueno en una cosa, hay que dejar un mundo mejor que el que nos encontramos.

Antes de la pandemia fundó Juan Moll Consulting.
— Lo hice con la ilusión de poder trasmitir los conocimientos de una vida apasionante dentro del sector hostelero, a las empresas u organizaciones que quieran formarse para mejorar los resultados en sus restaurantes y hoteles. Y la verdad que estoy muy satisfecho con los resultados.