De izquierda a derecha: Heike Rosenau, Toni Alcal y Barbara Erley. | M. À. Cañellas

TW
3

Lo avanzaba un tema de Joaquín Sabina de finales de los años 80: «Oscuro como un túnel sin tren expreso, negro como los ángeles de Machín». Así luce el porvenir de ciertas profesiones, incompatibles con el siglo XXI y su imparable avance mecanizado; con la globalización; con la efervescencia tecnológica… No es ningún secreto que la espada de Damocles pende sobre cualquier oficio que viva a merced de un metrónomo pausado. Pero no todo está perdido: alguna de esas ocupaciones llenas de tradición, significado cultural y arraigo a la Tierra sobreviven gracias a la obstinada resilencia de románticos -porque no se les puede llamar de otra forma- como Heike Rosenau, Barbara Erley y Toni Alcal. La historia de nuestros protagonistas habla de su pasión y urgencia por recuperar la técnica del trenzado mallorquín de piel, conscientes de que el paso del tiempo y el biorritmo de la economía actual juegan en su contra.

La historia de Mastrenat, el proyecto liderado por nuestros tres protagonistas, se adhiere a la casualidad. Todo comenzó una mañana en la que Heike, una ingeniera textil alemana residente en Pollença, paseaba por un mercado y se topó con un puesto donde un artesano despachaba sus productos elaborados con cuero. El flechazo fue instantáneo... y compartido con Barbara -otra alemana residente en la Isla- y el pollencí Toni. De su fascinación por esta técnica ancestral nacía Mastrenat, una sociedad que pretende servir de punto de encuentro entre maestros y aprendices.

mc1203242033.jpg

Cuentan con taller propio en Pollença, donde planean impartir clases de trenzado. La lista aún está abierta, aunque «por el momento la mayoría de interesados son extranjeros, sobre todo alemanes», desliza Heike. En pocas semanas tomarán cuerpo las primeras lecciones, a manos de profesionales del ramo, de ahí que en Mastrenat estén abiertos a colaborar con cualquier trenzadora que tenga a bien legar sus conocimientos. Decimos trenzadora porque «la mayoría eran mujeres que se ganaban un dinero extra en casa, era la economía sumergida de la época», destaca Toni Alcal.

Activa

Mallorca no solo participó de forma activa en el desarrollo de esta profesión, sino que tal y como afirma el historiador Rafel Morro en su libro El trenat de pell a Mallorca al segle XX, ocupó un papel preponderante. Ese fue uno de los motivos que impulsaron la conversión de este arte hacia el terreno industrializado. Ahora, Mastrenat pretende revertir el tiempo y devolver el trenzado de piel a sus orígenes tradicionales. A nivel comercial, cuentan con un catálogo de productos hechos con pieles procedentes de restos de partidas almacenadas, casi olvidadas, que han recuperado ‘para la causa’. Con ellas fabrican monederos, sandalias, zapatos, bolsos...