Imagel del 29 de febrero en un calendario. | Google

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Nacer un 29 de febrero te hace diferente. Pero lleva también una serie de connotaciones históricas que arrastran de la tradición y la cultura populares creencias y que en la mayor parte de las ocasiones refieren mala suerte o supersticiones al respecto. Incluso los más temerosos refieren la sucesión, en años bisiestos, de hechos trágicos de gran relevancia como el humdimiento del 'Titanic' (1912), el inicio de la Guerra Civil española (1936) o asesinatos de gran calado, como los de Mahatma Gandhi (1948), Martin Luther King (1968) o John Lennon (1980).

Dichos populares como «año bisiesto, ni casa, ni viña, ni huerto, ni puerto» o la creencia por parte de los griegos de que casarse el 29 de febrero da mala suerte son otras muestras. También en Escocia daba mal augurio esa fecha, todo lo contrario que en Irlanda, donde se recompensaba económicamente a los llegados al mundo en ese día tan señalado.

Otras culturas conferían «poderes sobrenaturales» a esas personas, mientras que en otras se fijaba el 29 de febrero como el único día en el que las mujeres podían pedir matrimonio a su novio. Y, si no aceptaba, a cambio debía darle un beso y un camisón de seda. Como curiosidad, la publicación francesa 'La Bougie' únicamente sale a la calle ese día en concreto, añadiéndose a la larga lista de curiosidades que rodean a esta jornada que sólo se da una vez cada cuatro años.

Y es que, cada cuatro años, nuestro calendario suma un día más a los tradicionales 365, haciéndolo en febrero, que pasa así a tener 29 días para dar forma al año bisiesto, que permite recuperar el desajuste que cada año se produce en la Tierra, que de forma exhaustiva tarda 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos en completar una vuelta completa alrededor del Sol. Por ello, cada cuatro años se deben acumular esas 24 horas del 29 de febrero con el fin de alterar el orden de las estaciones.

Las raíces de los años bisiestos nos trasladan a la etapa del emperador Julio César, que junto al astrónomo Sosígenes, cambió el calendario romano para ajustar las cerca de seis horas extras que se amontonan durante todo el año. Por ello, desde el año 46 aC, cada cuatro años se sumaba un día más entre el 23 y 24 de febrero, lo que daba forma al concepto de bisiesto, originario de la expresión latina bis sextus dies ante calendas martii, que refiere el segundo día sexto antes de las calendas (primer día) del mes de marzo.

Ya en 1582, el papa Gregorio XIII puso en marcha la aplicación del hoy vigente calendario gregoriano, que suma ese día extra a final de febrero, creándose una excepción para establecer qué año es bisiesto y cuál no. Por ella, se considera que lo es si el año es divisible entre 4, a excepción de que sea divisible entre 100, al menos que sea divisible entre 400, que también es bisiesto. Como este 2024 en el que los nacidos el 29 de febrero están de doble enhorabuena.