A Lenny Zakatek le une buena amistad con Jaume de Ca Na Robina. | R.L.

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El sábado nos dimos una vuelta por el parque de Son Dameto d’Alt, donde estuvimos el otoño pasado escuchando a los vecinos que, dicho sea de paso, no estaban muy contentos, no solo por como funciona el mismo, sino por las carencias que dicho recinto tenía.

Se trata, como ya contamos, de un parque con una doble misión:  como lugar de esparcimiento al que acuden mayores y pequeños a pasar algunas horas del día, para lo que cuenta con un parquecito para jugar, y otro denominado de convivencia ubicado en un lugar del enclave debidamente vallado para que quien tenga perro lo lleve y este pueda estar con otros animales de su especie, a la vez que los amos se relacionan entre ellos, lo que da lugar a que unos y otros socialicen, algo de lo que no anda muy sobrada nuestra sociedad.

Tras acudir por primera vez hubo una segunda visita, más que nada para comprobar si había surtido efecto la denuncia que los vecinos hicieron sobre las carencias del parque. En parte, sí, porque habíamos denunciado, siempre por indicación de los vecinos y usuarios del parque, que faltaba una fuente para personas y otra para perros, pues solo había una de la que bebían ambos; y que la marquesina que hay frente al parquecito de los niños debía de ser cambiada por otra, pues es una especie de rejilla, eso sí muy de diseño, pero inservible en los días de lluvia, pues el agua se cuela a través de ella mojando a los que tratan de guarecerse. Contamos también que habían prohibido que los perros se bañaran en el estanque con agua, «lo que nos crea un problema –nos decía una vecina–, ya que en verano, con el calor que hace, ¿cómo le dices al perro que no se bañe, si a nada que ve el agua se escapa y se zambulle en ella? Ante el calor, el perro no se guía por las palabras, sino por el instinto, y este hace que se meta en el agua a nada que la ve». Otro de los problemas era que no había puerta en el parquecito infantil, lo que permitía que los perros entraran en él, algunos para hacer sus necesidades, o que las puertas del parque permanecían abiertas, por lo que al menor descuido del amo el perro podía escaparse. Además, en la zona de convivencia no había bancos donde sentarse, ni papeleras donde depositar las heces de los animales, ni luz… Bueno, sí que había, era una luz que emanaba de unos focos incrustados en el suelo que, además de deslumbrar, al estar la mayoría de ellos cubiertos por la tierra apenas iluminaban. También había hoyos con los que podían tropezar y caer los usuarios de esta zona del parque –de hecho provocaron más de una caída, alguna de ellas grave–, y una parte del parque tiene cierta inclinación, por lo que cuando llueve el agua suele ir hacia los imbornales, pero como estos están cubiertos de hojarasca se forman grandes charcas. Además hay una zona de paseo en la que faltan varias hileras de adoquines, cosa que puede convertirse en una trampa ya que los paseantes pueden tropezar y caerse….

Han iluminado el parque de convivencia, pero deben cambiar la pérgola, pues cuando llueve el agua se cuela y moja a todos los que están debajo.
Han iluminado el parque de convivencia, pero deben cambiar la pérgola, pues cuando llueve el agua se cuela y moja a todos los que están debajo.

Días atrás volvimos a pasar por el parque. ¿Y qué encontramos? Pues que habían puesto una valla que impedía que los perros entraran en el parquecito infantil; sin embargo, seguía la arena, cuando lo que requiere un parque de estas características –sobre todo por higiene– es que el suelo sea construido a base de piezas de caucho. Además habían iluminado el parque de convivencia y puesto una fuente para personas y para perros, pero con la particularidad de que la destinada a los perros queda tan abajo que estos tienen serias dificultades para beber.

Perros, estanques y horarios

En cuanto a los horarios, seguían igual. Los vecinos pidieron que los prolongaran una hora, pero no ha sido posible. Deben de cerrar a las diez de la noche. «Pues –proponen estos– que en verano abran una hora antes». También ha sido denegada la propuesta referente a que en el estanque dejen bañar a los perros. «Pues entonces que lo vacíen de agua –dicen–, ya que nosotros no podemos evitar que en verano se bañen. Vamos, que al menor descuido se nos escapan ¡y al agua!». Por lo tanto, aunque se han solventado algunos problemas, siguen ciertas  carencias. Llama la atención que habiendo estado allí, hayan resuelto algunos de los problemas, mientras que  otros –la fuente de las personas y de los perros–, los hayan solucionado a medias, ya que los perros grandes apenas pueden beber en el bebedero porque el grifo está muy abajo. En fin, que quedan cosas por hacer en ese parque.

Ya hay fuentes para personas y perros, pero hay un problema...
Ya hay fuentes para personas y perros, pero hay un problema...

Se fue, pero volverá

Uno de los cantantes más importantes que han pasado por The Alan Parsons Project es Lenny Zakatek, cuya voz está presente en siete de los vinilos de esta formación. El artista ha regresado a Mallorca tres años después de su última estancia en la Isla, y decimos estancia porque tiene una casa desde hace años en el Llevant en la que pasa el tiempo que le permiten sus compromisos en compañía de su encantadora esposa, Anna.

Según nos comenta ‘en Jaume’ de Ca na Robina, que ha estado con él la pasada semana, Lenny se cuida muchísimo, especialmente su voz, de ahí que ni fume, ni beba alcohol, y coma de acuerdo a una dieta muy estricta, pero que en ocasiones rompe con una rica ensaimada porque ¿quién se resiste ante tal manjar?

Conocido como ‘el Hispano’, ha sido una de las voces de Alan Parson
Conocido como ‘el Hispano’, ha sido una de las voces de Alan Parson

Lenny, a su paso por la Isla, nos recuerda su ya larga trayectoria musical iniciada en 1970, cuando fundó el grupo The González Band, que estuvo funcionando a lo largo de unos 16 años.

Aunque nació en Pakistán, sus rasgos son más hispanos que asiáticos, motivo por el que le llamaron ‘el Hispano’, apodo con el que se quedó durante mucho tiempo e incluso hoy en según qué sitios se le sigue conociendo así. De aquella época es el éxito I haven't stopped dancing yet, que ascendió hasta lo más alto de las listas de los hits mundiales, y con el que abrieron la famosa discoteca neoyorquina Studio 54. Posteriormente, en 1986, Lenny y John Deacon, que fue bajista de  Queen, formaron el grupo The Immortals, en el que estaban Richard Stannard, Robert Ahwai, Phil Howells y Pete Davis, consiguiendo con uno de sus temas, No turning back, otro éxito mundial. Luego llegó The Alan Parsons Project, por el que pasaron  más de 350 músicos, siendo él una de las voces más importantes.

¿Y qué hace en la actualidad? Según nos contó, está preparando un nuevo álbum en formatos de CD y vinilo –este se ha puesto de nuevo de moda, le confesó a Jaume–. Y lo está haciendo con Ron Pullman. En el disco colaborará también el grupo de gospel The Blind Boys of Alabama, que este mes ha ganado el Grammy al mejor álbum góspel 2024. Es un grupo de larga trayectoria, pues durante la misma han actuado con Peter Gabriel (con él colaboraron como coro en el disco Up) y Prince, al que acompañaron cuando cantó en La Casa Blanca para el presidente Obama.

Muy cerca de la casa londinense de Lenny vive otro mito de la canción, Bonnie Tyler, de la que es buen amigo y con la que comparte la pasión de pasar largas temporadas en Mallorca con sus respectivas parejas, con el fin de desconectar y recargar pilas para estar lo suficientemente bien preparados para afrontar nuevos conciertos. Entre otros, los que surgirán a raíz de que salga su nuevo álbum, que están grabando con Ron Perlman, en Pittsburgh, Pensilvania (USA), junto con otros conocidos artistas, y en el que ellos participan con cuatro canciones.