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Dicen que los ojos son el espejo del alma. No tenemos la certeza de que esto sea así, lo que sí sabemos es que desde hace un año pueden ser arte en Ciutat. Clàudia Ruipérez (Palma, 1995) fundó Eyedentity después de ver en Alemania establecimientos dedicados a crear cuadros a partir de fotografías de máxima resolución de los ojos de sus clientes. Medio año antes de emprender esta aventura, la joven empresaria se formó en fotografía y aplica los conocimientos adquiridos en las carreras de Derecho y ADE a explotar al máximo las posibilidades de esta nueva idea de negocio.
«Normalmente el cliente viene con una idea predeterminada en base a lo que ha visto en redes o lo que le han contado y lo importante es, primero de todo, elegir un ojo.

Tenemos dos ojos y son diferentes entre sí. A veces se parecen más y otras menos pero nunca son iguales. Hago más de 50 fotos por cada obra y una vez editadas elegimos el formato: hay personas que prefieren la fotografía básica de un solo ojo, otros que la quieren con un soporte de metacrilato, hago ‘explosiones’ y otras veces, sobre todo las parejas, piden los dos ojos juntos. Una vez tenemos la imagen, les describo las peculiaridades de su ojo porque, por lo general, la gente no repara en los detalles», cuenta.

La empresaria remarca que su negocio «nada tiene que ver con el que ha salido en prensa los últimos días en los que se vende la información del iris a cambio de criptomonedas. Esto es completamente diferente», ya que se trata de una obra artística y el cliente no vende sus datos.

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Respecto a su negocio, Ruipérez relata que «lo más curioso es el tipo de clientes que tengo. Cuando empecé pensaba que serían de entre 24 y 34 más o menos. Parejas jóvenes que les hiciera ilusión este producto, pero ha venido gente de 70 y 80 años» y pone de ejemplo que «hace poco vino una señora de 77 años a la que su marido se lo había regalado por su cumpleaños. Me encantó. Es un target súper amplio, muchos turistas pero también mallorquines. También hago a bebés de dos años como mínimo».

La empresaria explica una anécdota que le sorprendió: «Vino una familia de Lituania. La mujer tenía los ojos marrones, normales. Pero cuando miré la cámara pensé: ‘wow son azules con manchas marrones, madre mía’. Les pedí exponer las fotos porque ella los tenía así, el del marido era todo azul con una mancha marrón, la hija con una raya y el hijo con una peculiaridad que ahora no recuerdo. Parecía un concurso de ‘a ver quién tiene los ojos más chulos’».

En este sentido, Ruipérez explica que «con las parejas pasa una cosa muy bonita y es que ven una parte del cuerpo del otro que no habían visto antes. Hago que vean el ojo de su novio o novia a la vez y digan lo primero que les pasa por la cabeza. También hacemos invitaciones de boda personalizadas».

Experiencia

Marc Rafel Adrover (Palma, 1993) ha vivido el proceso en primera persona. Una vez impreso el resultado el joven afirma que «ha sido una experiencia nueva e inesperada. Hace tiempo iba caminando por Sevilla y vi un sitio donde hacían lo mismo. Me parece una idea con muchas posibilidades y si de haberlo sabido a lo mejor hubiera venido con mi novia. Cuando me estaban tomando la foto pensaba en cuál sería el resultado porque es desconocido hasta que no lo tienes delante. Esta es la gracia: saber como quedará el resultado». Tras un año con el negocio, parece que Clàudia Ruipérez ha tenido buen ojo para instalar un negocio diferente en Palma.